Walter Palmer, conocido como el cazador más odiado del mundo después de acabar con la vida de Cecil, el león más querido de Zimbabue, ha recorrido los cotos más prestigiosos del planeta. Uno de ellos, el de Beceite. Lo hizo acompañado por la empresa Spanish Hunting Specialist el otoño del 2011. El dentista al que las redes sociales de medio mundo quieren linchar abatió en aquella ocasión a una cabra montés. Según publicó ayer el diario El Mundo, durante una semana estuvo visitando los cotos de caza más importantes de España y pagó por el viaje entre 10.000 y 30.000 euros. Armado con una ballesta logró abatir en total tres gamos, dos cabras montesas, un muflón y un jabalí.

Como otros muchos cazadores, Palmer acudió al coto de Beceite atraído por el reclamo de la cabra montés, una de las cinco grandes especies de caza mayor que se pueden lograr en España. Según indican desde la asociación de cazadores San Bartolomé "la cabra es un trofeo que puede costar entre 3.000 y 4.000 euros". Para Ernesto Segarra, presidente de la agrupación, este tipo de cacerías suponen un importante beneficio para todo el pueblo.

LOTE DE APROVECHAMIENTO

Cada temporada, que suele ir de octubre a febrero, el Instituto Aragonés de Gestión Ambiental decide cuál será el "lote de aprovechamiento cinegético" que se podrá capturar. Normalmente son entre 20 y 25 ejemplares. El cálculo se realiza con la intención de mantener una población estable y se asigna en función del censo. "Las personas interesadas en abatir un animal se ponen en contacto con nosotros y realizan una reserva ingresando una cantidad de adelanto", destaca Segarra. En pocas semanas todo el cupo anual está adjudicado.

Los monteros suelen necesitar una sola jornada de cacería para abatir el ejemplar reservado. La modalidad de caza de rececho permite conocer con anterioridad la zona por la que la cabra estará pastando, pues son animales con poca movilidad. En la comarca existen media docena de empresas que ofrecen todo el paquete organizado: estancia, cacería, desplazamientos desde el aeropuerto. En general, muchas de las reservas del coto provienen de este tipo de negocios. "Los cazadores contactan con nosotros a través del boca a boca o de empresas especializadas, no es necesario hacer publicidad", reconoce Segarra.

EMPRESAS

El responsable de una de estas empresas que prefiere no ser identificado indica que la caza de la cabra montés supone "un importante aporte de dinero para la zona". Prefiere no hablar sobre el precio de los viajes que organizan para evitar los conflictos con las empresas competidoras, como la que llevó a Palmer a Beceite. "Este tipo de caza está muy profesionalizada y genera muchos beneficios, la tradicional que todo el mundo practica tiene una finalidad mucho más social", reconoce. El cliente al que suelen atender es gente adinerada "muy interesada en lograr sus trofeos" que viaja "con la intención de conocer mundo y disfrutar de nuevas zonas de caza".

Según cálculos aproximados, la caza de estos ejemplares en el coto que gestiona la asociación de cazadores puede suponer unos ingresos de unos 30.000 euros cada temporada, sin contar el gasto indirecto en alojamientos y restaurantes. A esto habría que sumar los ejemplares incluidos en la Reserva Nacional de Caza, cuya gestión corresponde al Ayuntamiento de Beceite.

PERSEGUIDOS

Cuando Walter Palmer acudió a Beceite hace cuatro años lo hizo con todos los papeles en regla. "Es lo habitual", señala Segarra. Algo que no llevó a cabo hace unas semanas en Zimbabue y que puede costarle incluso penas de cárcel. La caza furtiva en Beceite está muy controlada y es difícil actuar sin ser detenido. Pero existe. El año pasado se desarticuló una red que actuaba en todo el Maestrazgo. A través de estas organizaciones clandestinas se puede abatir un ejemplar por unos mil euros. "El furtivismo nos perjudica a todos, pues se acaba con la población del coto", asegura Segarra.