Arturo Notivoli es exresponsable del Seprona en Huesca.

—¿Cuántos años lleva al frente del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil?

—Llevo 15 años al frente del Seprona de Huesca, desde el 2002. Pero como especialista del servicio ya empecé en 1995. O sea, que he estado en la unidad 22 años, y ahora, al ser ascendido a capitán, la dejo para dirigir la Tercera Compañía en las comarcas de Sobrarbe y Ribagorza.

—¿Cuál ha sido el mayor reto profesional de su carrera?

—Yo diría que incrementar siempre la investigación dentro de la protección policial medioambiental. Y creo que lo hemos conseguido porque poco a poco hemos ido aumentando el número de operaciones, no solo a nivel regional, sino también nacional e internacional. Y estas operaciones han culminado con éxitos muy importantes.

—¿Y las actuaciones más importantes que ha realizado?

—En materia de furtivismo, se han hecho dos operaciones muy importantes: la operación Rupicaphra y la operación Lobón. Entre las dos se desmantelaron tres grupos organizados que operaban a nivel nacional y se detuvo a más de 14 personas que abatían indiscriminadamente sarrios en la provincia de Huesca. En materia de engorde ilegal de ganado se han desarticulado dos organizaciones criminales muy importantes, una en la operación Alcaudón, con 11 detenidos entre ganaderos, veterinarios y traficantes de productos prohibidos. Y otra que fue hace año y medio, la operación Pakitos, que se dirigió íntegramente desde el Seprona de Huesca y se desarrolló a nivel nacional e internacional, con 14 detenidos. En maltrato animal se han hecho igualmente operaciones muy importantes y se ha detenido en 15 años a más de 50 personas.

—La protección de la fauna ocupa una gran parte del quehacer del Seprona.

—Estamos muy sensibilizados con el derecho animal y mi política ha sido la de atender cualquier información que nos llegaba de forma anónima o por otros medios. Independientemente de que tuvieran base o no, se investigaban todas y, a veces, gracias a un simple apunte de la colaboración ciudadana, se ha logrado detener a los autores y se ha salvado a muchos animales que estaban en condiciones deplorables.

—¿Cómo se aclaran los integrantes del servicio en medio de tantas normas y leyes sobre la protección de la naturaleza?

—Uno de los hándicaps más importantes de la especialidad del Seprona es su elevado grado de tecnificación. Se opera con legislaciones en tres niveles y a veces en cuatro. Hay legislación europea, nacional, autonómica e incluso municipal, con la contaminación acústica. Existe un maremágnum de protocolos de actuación, de metodologías sobre toma de muestras, de legislación medioambiental... Esto varía casi diariamente, por lo que hay que estar siempre al día, formándonos, pues si cometemos el más mínimo fallo en una cuestión de procedimiento o procesal, una investigación de meses se puede ir al traste.

—Entre tantos casos como ha llevado, ¿ha habido alguno que no haya terminado a su entera satisfacción?

—Yo siempre pongo el ejemplo a mis hombres de que hay que hacer un trabajo policial pulcro, impecable, porque es la base sólida que va a llevar a una condena penal. Porque una cosa es la labor policial y otra el ámbito judicial. Siempre he insistido mucho en eso. Pero, alguna vez, aunque el trabajo policial y la instrucción judicial eran impecables, se ha dado el caso de que el culpable no ha pagado por ello, pues el Derecho es muy elástico y tiene muchos subterfugios. Por ejemplo, en el caso del vertido de Zaidín fui testigo directo durante muchos de instrucción policial de un auténtico delito ecológico. En los más de 20 años que llevo en el Seprona considero que, si lo que vi ahí no fue delito ecológico, nada de lo que pueda ver lo será. Es un ejemplo de un buen trabajo policial que no cumplió con nuestras expectativas a nivel penal. Otro caso muy claro y que tampoco desembocó en el cumplimiento de una condena es el de los responsables de que Sabiñánigo sea uno de los lugares más contaminados por lindano de Europa. Nosotros hemos instruido miles y miles de diligencias sobre este asunto, pero los auténticos culpables, lamentablemente, no han pagado por ello. Es una espina que aún tenemos clavada.

—¿Qué aspectos del funcionamiento del Seprona cree que se deben mejorar y potenciar?

—Hay que ser conscientes de que el Seprona viene a ser algo así como el 2% de la Guardia Civil. Está muy en auge y las perspectivas y las políticas de la Dirección General de la Guardia Civil van a su potenciación. Como jefe del Seprona, me gustaría tener el cuádruple de efectivos, aunque de medios pienso que estamos muy bien. Desde luego, hay sectores clave que se tienen que potenciar, y se está haciendo, como la prevención y la investigación.

—¿Son suficientes los efectivos del Seprona en Huesca?

—Hay 32 agentes para toda la provincia, que es muy extensa, pero no somos de los que menos tenemos. Se puede decir que en el despliegue se ha tenido en cuenta que Huesca tiene muchísimos espacios naturales protegidos. De hecho, fue de las primeras comandancias de España que tuvo un oficial al frente de la sección, y ello precisamente por su gran importancia medioambiental.

—¿Existen nuevas modalidades delictivas en medio ambiente?

—Cada vez se cometen más delitos en este terreno, sobre todo a través de las redes sociales. Y no se nos tienen que caer los anillos a la hora de introducir técnicas que se apliquen en cualquier otro tipo de delitos considerados graves, como el ADN o las pruebas de balística, en las que el Seprona ha sido pionero y ha utilizado durante años con buenos resultados.