Francisco Canela Grima volvió a sentarse ayer en el banquillo de la Audiencia de Zaragoza por matar de un disparo en la cabeza a Robert Racolti, en enero del 2016, en Ricla. Lo hizo después de que el Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA) invalidara el anterior juicio por considerar que el jurado no motivó lo suficiente su veredicto. Ante un nuevo tribunal popular, el acusado insistió en que no pretendía matar a la víctima y que el disparo se produjo en el transcurso de una pelea en la que él recibió numerosos golpes. Añadió que tenía miedo a la víctima y que aquel día iba bebido y drogado.

Visiblemente nervioso, pero contundente en sus explicaciones, Canela dio todo tipo de detalles del crimen por el que se enfrenta a una condena de entre 19 y 25 años de prisión que solicitan la Fiscalía y la acusación particular ejercida por los abogados Cristian Anghel y Mariano Montesinos. Recordó que él había sido muy amigo de la novia de Racolti, pero que «llevaba dos meses sin hablar con ella, incluso la bloqueó en WhatsApp al comprobar que solo iba con él para fumar porros gratis y que se había echado de novio a una persona muy peligrosa, puesto que se hablaba en el pueblo que había matado a alguien».

Sin embargo, el día del crimen había abierto el buzón y descubierto una nota con un pene dibujado en la que se podía leer: «Si te atragantas, escupe». Rápidamente identificó, por la letra, la autoría de la misiva, era la novia de Racolti. Ante ello, no dudó en recriminarle su actuación, incluso en advertirle de que la iba a denunciar. Un enfado que no hizo que su vida «de constante fiesta» se modificara. De hecho, se fue al fútbol con los amigos, donde «no paró de beber cerveza» y después a unos bares en los que continuó el desenfreno. Fue cuando llegó a casa y vio un mensaje de la novia de Racolti cuando propuso quedar para hablar. Les ofreció hacerlo en la bodega de su casa, lugar donde se produjo el crimen.

«A Racolti le tenía miedo y a la familia de ella también porque tenían follones con la Guardia Civil, así que cogí la pistola y la puse debajo del hule», destacó. Una explicación que cuestionó la Fiscalía, quien aseguró que la jueza instructora negó que ahí cupiera una pistola. Este episodio generó un rifirrafe con las letradas de la defensa, Laura Vela y Soraya Laborda, quienes exigieron que se leyera el acta exacta porque eso «no era verdad, nosotras estuvimos en la reconstrucción de los hechos y usted no». Finalmente, la lectura evidenció que la versión de Canela no era descartable. Señaló que hubo un intercambio de palabras y que ante la violencia de Racolti cogió la pistola y pegó un tiro al suelo para intimidarle. La joven salió corriendo «como una bala», según Canela, y dentro se quedaron los dos hombres. Entonces, siguiendo la declaración del procesado, hubo una pelea que acabó en este trágico final. «Me dio un arreón gordísimo, pensaba que me iba a matar, estaba encolerizado y pegué el segundo tiro», afirmó a la vez que dijo: «Era muy peligroso, pero se me cayó el mundo». De hecho añadió que intentó socorrerle y por ello pidió que alguien llamara a la Guardia Civil.