La crisis económica ha afectado profundamente a las costumbres de los aragoneses. Salir a comer fuera de casa es cada vez más una actividad anecdótica y casi de lujo para algunos. En Zaragoza se come en casa; y por eso, el sector de hostelería y restauración ha tenido que agudizar el ingenio y renovarse para no desaparecer.

Aunque siempre va a existir el negocio del lujo y con él una serie de establecimientos dónde el precio no es un problema, la norma dice que, en los últimos años, los restaurantes de carta con precios medio-altos que no se han adaptado a las nuevas exigencias económicas de su público han tenido que cerrar.

Los propietarios de estos establecimientos no buscan cambiar su clientela sino ampliarla. De ahí la ineficacia de una simple bajada de precios, con la que podrían perder a los consumidores de más capacidad adquisitiva.

Estrategias

La medidas más populares son el aumento de la variedad de carta y las ofertas de menú con precios cerrados. El crítico gastronómico José Miguel Martínez Urtasún afirma que la clave está en 18 euros y sostiene que, a día de hoy, el precio máximo para una comida ronda los 25 euros ya que "muy poca gente está dispuesta a pagar más aunque se trate de una celebración"

El mercado es competitivo y solamente las buenas ideas triunfan. Numerosos proyectos, como el restaurante La mar, han quedado en el camino dejando lugar para otros nuevos. El encargado del restaurante El Pascualillo, se muestra preocupado por las últimas noticias sobre la subida del IVA. Afirma que lleva "dos años sin subir ni un solo precio" y que se ha visto obligado a diseñar un menú personalizado para cada perfil de cliente, destaca el low cost, que va dirigido a quien sale de trabajar y busca una comida ligera y rápida.

Un factor decisivo en la supervivencia de un establecimiento es, evidentemente, su gestión. Los negocios familiares tienen gran capacidad para adaptarse, mientras que las franquicias encuentran dificultades para realizar cambios de manera rápida y eficaz. Además existen cadenas que por haber surgido en plena crisis económica están diseñadas para crecer sin problemas, un ejemplo es la exitosa cadena 100 Montaditos.

Los restauradores se las ingenian para aumentar la carta y aunque todos afirman mantener los niveles de calidad de siempre, admiten recurrir a materias primas, igualmente cuidadas, pero más económicas, como, por ejemplo, el solomillo de cerdo. Cocineros, encargados y propietarios discurren y elaboran menús más baratos que comparten mesa con platos de carta de alto nivel... tantas ideas como creadores que pretenden cuidar, al mismo tiempo, el estómago y el bolsillo a sus clientes.