El periodista Jesús Cintora presenta hoy lunes en la Biblioteca de Aragón su obra Conspiraciones, ¿por qué no gobernó la izquierda? en la que narra a modo de thriller político las luchas por el poder en España, tanto en cada partido como en las altas esferas.

-Dice que la izquierda hubiera podido gobernar en España, pero al mismo tiempo revela en la obra que el liderazgo de Pedro Sánchez ya nació tambaleante... ¿de verdad existió esa posibilidad en algún momento?

-El liderazgo de Sánchez nace, en buena medida, porque le apoyan quienes luego se mueven para quitarlo. Y en esto no todo es blanco o negro. Hay muchos grises. Pedro va perdiendo sintonía con dirigentes importantes del partido. Los sanchistas lamentan que los quieren quitar de enmedio, mientras que los susanistas se van revolviendo contra un líder del que creen que va a su aire. Hay mucha lucha de poder, estrategias, intrigas… La miga está en el libro. En cuanto a las posibilidades de gobierno de la nación alternativo al PP, claro que las había. Con algunos matices, Aragón es una muestra de esos posibles pactos.

-¿Existe una mano negra tras los últimos sucesos políticos en España? Da la impresión de que estamos ante el relato de ambiciones individuales...

-Puede haber unas cuantas manos negras y sí, cada vez más se está viendo que la ambición de poder, por conquistarlo o mantenerlo, ocupa demasiado tiempo a algunos dirigentes políticos y los distancia de las necesidades de la población que les paga para gestionar y resolver sus problemas.

-¿Qué papel han desempeñado los poderes económicos?

-El libro no generaliza. Eso sí, es cierto que hay determinados poderes económicos que empujaron para que hubiera algún tipo de acuerdo entre PP, PSOE y Ciudadanos. La posibilidad de cualquier pacto entre socialistas, y Podemos en Madrid es vista como una amenaza para el establishment. Tras el resultado de las generales del 20-D se encendieron unas cuantas alarmas...

-Aragón está muy presente en la narración de la crisis socialista. Aparece en un bando Susana Sumelzo y por el otro Javier Lambán... ¿Qué papel ha desempeñado la comunidad en los últimos años?

-En Aragón se sabe que Lambán y Sumelzo no siempre han estado en bandos distintos, pero se ha llegado a ese punto de un tremendo distanciamiento que simboliza bastante bien lo que ocurre en el PSOE. Hay heridas profundas en el partido que lo mantienen en horas bajas y, a veces, distanciado de la militancia o de los simpatizantes, llegando también a enfrentamientos en las bases que son un drama para el socialismo. Muchos piensan que la historia de la formación no merece algo así. La intriga que narra el libro cuenta bastante y que cada uno saque sus conclusiones. Ojalá un día se entiendan todos. Yo no le deseo el enfrentamiento a nadie.

-Revela contactos entre Sumelzo y Pablo Echenique para fraguar la alianza PSOE-Podemos. ¿Fueron solo tanteos superficiales o algo profundo?

-Entre PSOE y Podemos hubo lo que yo llamo en el libro porteadores. Pedro y Pablo tuvieron a dirigentes de su confianza explorando ese acuerdo. Sumelzo y Echenique fueron algunos de ellos. También Antonio Hernando, Íñigo Errejón o los jefes de gabinete de Iglesias y Sánchez. Hubo quien tanteó y quien fue más allá, mucha desconfianza mutua, errores propios y presiones ajenas.

-¿La segunda parte de la obra estará centrada en las primarias del PSOE?

-El PSOE corre un grave riesgo de no superar la división ni con las primarias. Hay gente sensata en el partido que te reconoce que el resultado puede ser tan parejo que, si no hacen un esfuerzo de entendimiento, esto va para largo. La situación es compleja hace años, no se explica simplificando entre buenos y malos, sino que hay un montón de aristas que dan para escribir un libro como este. Y no solo aparecen las intrigas socialistas. También las hay en Podemos, en el PP o en Ciudadanos.

-De hecho Ciudadanos ha desempeñado uno de los papeles más ambiguos, pero no parece haberle pasado factura...

-Rajoy presumía en reuniones secretas de que nunca Albert Rivera le había dicho a la cara que no le apoyaría. Más allá de esto, Mariano es un tipo estratégicamente más retorcido que sus rivales. Albert pasó de ser el más duro con él frente a las cámaras de un debate a tenderle el primer puente decisivo públicamente.