Manuel Pérez Sarmentero es director de Concesiones Norte en Aquara, una empresa privada aragonesa que abastece de agua a diecisiete municipios, con un total de 775.866 habitantes atendidos y ocho estaciones potabilizadoras. Recientemente, Pérez intervino en una jornada organizada por el Clúster Aragonés del Agua.

­­—¿Cuál es el cometido actual de Aquara?

—Somos gestores del ciclo integral del agua, desde que llega al entorno de la ciudad hasta que la limpiamos y la devolvemos al medio ambiente. Trabajamos en las tres provincias, en municipios como Zaragoza y su entorno, Calatayud, Alcañiz, Graus, Huesca Plhus y Sallent, entre otros.

—¿Qué aspectos del ciclo integran trabajan?

—Nos encargamos de la depuración, distribución, la recogida y el alcantarillado. Estamos en el Clúster del Agua de Aragón y velamos por este líquido vital, que busca la unión de todos los organismos en beneficio de la calidad y el servicio.

—¿Cuáles son los retos a los que se enfrentan en la actualidad los municipios en lo que se refiere al servicio del agua?

—Hay que hacer muchísimas inversiones. Se trata de necesidades que están enterradas, pues las tuberías van bajo tierra, lo que hace que se vean muy poco. Lo que queremos todos, sin embargo, es abrir el grifo y que salga el agua. Se trata de un sector muy ligado al medio ambiente, al desarrollo sostenible, y totalmente cercano al servicio público. Nosotros defendemos que es un servicio público gestionado por empresas privadas. Nuestro interés es el cliente y que las familias necesitadas reciban el servicio con normalidad.

—En la jornada sobre el ciclo integral del agua se ha manejado que el 41% de las tuberías en la comunidad tienen más de 30 años, lo que significa que han rebasado su etapa útil.

—No sé si es ese tanto por ciento es exacto. Pero el 41% de tuberías con más de 30 años de antigüedad hace referencia a toda España, Aragón incluido. Al tener tuberías de una edad algo mayor de lo que sería deseable, eso crea en estos momentos grandes necesidades de inversión que tienen que ser soportadas con presupuestos que resulta complejo obtener.

—¿En qué estado se encuentran sus instalaciones?

—Con lo que tenemos intentamos hacer todo lo posible y rentabilizarlo al máximo. Son municipios pequeños y, se quiera o no, las redes principales están más cuidadas, pero otras presentan más años. Es complicado, pues nuestros contratos no son a muy largo plazo, a dos, tres años, y, en esos casos, la inversión en tuberías es muy difícil. Hay que tener en cuenta que la vida de una tubería está en torno a los 20 o 30 años por lo menos.

—¿En todas partes se encargan del ciclo completo del agua?

—Los contratos no cubren el ciclo completo. Unos son para realizar análisis, otros para mantenimiento de redes, algunos de depuración o de reparación...

—En el estado actual de la cuestión, ¿cuál es la política? ¿Mantener las redes de agua existentes o crecer para cubrir todas las necesidades?

—En cuanto a la red de las ciudades, casi el 100% de los residentes tiene acceso al agua, y algo menos alcantarillado, con lo que quedan cosas pendientes. Y en cuanto a depuración, existen poblaciones que todavía no depuran el agua.

—Pero la normativa europea es muy estricta y fija unos plazos para que todo el territorio depure sus aguas.

—La normativa europea obliga, pero se trata de grandes inversiones que ahora mismo están planificándose. Aun así, Aragón no es de las comunidades que están peor en este aspecto. Tuvo sus planes de depuración en el pasado y está bastante bien, digamos.

—En el Pirineo ha habido problemas con la depuración.

—La difícil accesibilidad a determinados lugares es el principal problema. Pero creo que con la planificación del Instituto Aragonés del Agua y con su red de depuración, se acabará cumpliendo al 100% el objetivo.