La tarjeta ciudadana implantada en Zaragoza desde hace más de un año ofrecerá al ayuntamiento de la ciudad la posibilidad de trasladar sus prestaciones a un servicio público tan utilizado como es el transporte urbano. Y es que una de las novedades que podría incorporar en un futuro más o menos próximo es la de poder aplicar en el autobús y el tranvía tarifas diferentes que dependan únicamente de la hora en la que el ciudadano se suba a ellos. Todos los usuarios no dependen de un horario de trabajo o para ir a estudiar que hacen imprescindible utilizarlos a unas horas determinadas obligatoriamente. De manera que, ¿por qué no bonificar al viajero que accede a usarlos en horas en la que habitualmente registran una menor ocupación, las denominadas horas valle?

Sería un modelo similar al que ya utiliza la telefonía móvil cuando oferta una tarifa plana a tiempo parcial al usuario, permitiéndole hacer llamadas a un precio más bajo en las horas del día en la que se utiliza con menos frecuencia el teléfono, o al menos que lo usa menos gente. Así, en el transporte urbano se podría llegar a primar la utilización de las líneas en horas valle permitiendo, de forma automática, una redistribución del flujo actual de viajeros y, de paso, una optimización de los recursos puestos a disposición del usuario. Aunque eso dependería de una decisión política que todavía no se ha planteado.

MEDIDA PIONERA Esta medida de aplicar precios distintos en función del horario ya se da en otras ciudades del mundo, con buenos resultados, pero la novedad de Zaragoza sería precisamente hacerlo a través de un dispositivo como el de la tarjeta ciudadana, con el que el usuario ni siquiera necesitaría estar pendiente de la hora y se le descontaría del saldo una cantidad si utilizara el transporte en hora punta y a otro si fuera en horas de menor afluencia. Y, al parecer, tecnicamente es más complejo hacerlo con la tarjeta bus actual, que además acabará desapareciendo, a corto o medio plazo, como título de transporte en Zaragoza.

Aunque la utilidad para el viajero apenas mejoraría las prestaciones que ahora le ofrece la tarjeta ciudadana o la de TUZSA, salvo que le ofreciera un precio más reducido solo por viajar en horas valle, la que permite al ayuntamiento es innegable. Y es que, aparte de poder sacarle más rendimiento a los medios que se ponen a diario en la calle, disuadiendo a los usuarios que no están sujetos a un horario de trabajo o de estudio de utilizar el transporte en horas punta y así aliviando la saturación que algunas líneas sufren con frecuencia en ellas, también podría adecuar las tarifas en función de la demanda y adoptar decisiones que permitieran que a final de año se redujera el déficit que siempre genera. Y en el caso de Zaragoza son 50 millones de euros anuales.

En casos como el actual, de crisis económica y de necesidad de adoptar medidas contundentes para reducir el déficit de los servicios, conviene agudizar el ingenio y apostar por soluciones que pueden ser revolucionarias. Y las nuevas tecnologías abren un abanico importante de posibilidades a través de un dispositivo como la tarjeta ciudadana, que cada vez está incorporando más prestaciones para el usuario, entre ellas ya la de validar el billete en el autobús y el tranvía.

No obstante, aplicar esta medida requiere, en primer lugar, de una decisión política del consistorio de llevarlo a cabo, y luego un estudio de la demanda actual por parte de los técnicos de Servicios Públicos y la concesionaria (TUZSA) y, por último, el acuerdo de fijar las tarifas y los horarios concretos en las que cobrarlas. Y se puede primar la hora valle o encarecer la hora punta. En este caso, a gusto del ayuntamiento.