Sarga, Sirasa y Sodemasa. Quizás mucha gente no sepa que significan estas palabras. Son empresas públicas. De la fusión de Sirasa y Sodemasa ha surgido ahora Sarga. En los buenos tiempos estas sociedades estuvieron controladas por partidos políticos. Sirasa por el PSOE y Sodemasa por el PAR. Ambos eran socios de Gobierno. Cada una se dedicaba a lo suyo. Su unión era impensable. Eran las niñas bonitas. Unas 1.500 personas conforman su plantilla.

Sirasa estaba controlada por el PSOE, dependía del departamento de Agricultura. Sodemasa por el PAR y colgaba de la consejería de Medio Ambiente. Ambas funcionaban a partir de encargos del Gobierno de Aragón. Y por lo tanto se nutrían de dinero público. Se decía incluso que no tenían pérdidas. Ahora, en plena crisis y en plena reestructuración, todo se viene abajo.

La derrota del PSOE en las pasadas elecciones marca un antes y una después para estas empresas. El PP con Luisa Fernanda Rudi a la cabeza pone el foco de los recortes en el hólding público. Se anuncia que Sirasa y Sodemasa se iban a fusionar. Así de fácil. Pero el proceso se está alargando durante meses. Y a día de hoy todavía no existe un acuerdo sobre la nueva estructura.

¿Dónde está el problema? Fundamentalmente en la parte de Sodemasa, la del PAR. Guste o no, se quiera admitir o no, lo cierto es que esta empresa dedicada a la gestión del medio natural, ha servido para colocar a personas cercanas a la formación aragonesista. Por unas cuestiones u otras. De una forma o de otra.

Las gerencias de desarrollo socioeconómico, dedicadas a la preservar espacios protegidos, y ubicadas en comarcas en las que no había nada que proteger son solo un ejemplo. El personal que trabaja en ellas es siempre del PAR. Al igual que los delegados territoriales de Sodemasa, con el escándalo de Joaquín Serrano a la cabeza. Ingresa al año casi 80.000 euros. Lo mismo que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Y más que la lideresa del Ejecutivo autonómica, Luisa Fernanda Rudi. En este caso, Serrano tiene dos sueldos, uno en la DPH, donde es portavoz del PAR y otro en Sarga. No está previsto que deje ninguno de los dos. Tampoco nadie se lo ha pedido. O se lo ha exigido.

Red de colocaciones

Pero la red de colocaciones, enchufes y enchufitos perpetrada a través de Sodemasa durante años ha sido sutil. Y se ha extendido como una mancha de aceite. A todos los niveles, siempre como favores. Todo el mundo lo sabía y lo sabe. Pero se ha callado o se ha admitido en los grandes años de crecimiento como algo inevitable. A fulanito de tal lo han puesto en la cuadrilla de tal. Así se ha funcionado.

Es ahora en el ardor de la batalla, cuando se están negociando los despidos de Sarga, cuando están aflorando nombres y apellidos, vinculaciones con el PAR, salarios impresionantes. Pero es posible que todo vuelva a quedar soterrado cuando se alcance un acuerdo. Porque el PP, adalid de la transparencia y de las buenas prácticas en la gestión, tampoco se ha atrevido a meter mano en el asunto. Todo lo que denunciaba la formación liderada por Luisa Fernanda Rudi cuando estaba en la oposición, ahora con el Partido Aragonés de la mano, se lo está teniendo que tragar.

Todo seguirá igual

En realidad el PP no se ha atrevido a desmontar la red clientelar que reposa amodorrada en las entrañas de Sarga. Se alcanzará un acuerdo con más o menos despidos. Y todo seguirá igual. El consejero del ramo, Modesto Lobón, no ha querido, o no ha podido, entrar en el fondo de este problema que está generando más de un quebradero de cabeza.