José Laparra, el empresario valenciano de 46 años que el pasado miércoles irrumpió en la casa de una vidente de Magallón para reclamar los 165.000 euros pagados por un conjuro amoroso que no funcionó, fue puesto ayer en libertad por la titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Zaragoza, que le imputó dos delitos: allanamiento de morada y realización arbitraria del propio derecho. También quedaron en libertad, con las mismas acusaciones, las tres personas que le habían acompañado al domicilio de la adivina, a los que había asegurado que el motivo del viaje a la localidad del Campo de Borja era "cobrar una deuda".

Efectivamente, Laparra, que presidió el Club Deportivo Castellón y está encausado por un supuesto delito societario mientras ocupó el cargo, recuperó casi la totalidad del dinero, 145.000 euros. Pero ayer la jueza ordenó que esa suma quede bajo custodia judicial, un duro golpe para la economía del industrial, dado que sus negocios atraviesan un mal momento.

"Mi cliente se sintió engañado y por eso viajó a Magallón desde Valencia", señaló ayer Pedro Luque, abogado de Laparra, que también está implicado en el caso Gürtel. Sin embargo, Luque no quiso revelar la causa del engaño, que atribuyó a "un negocio o suerte, quizá".

José Palacín, letrado del resto de acusados, negó que sus clientes hubieran entrado a la fuerza en la casa de la echadora de cartas, Lucía Martín, de unos 30 años, con quien Laparra había contactado en marzo o abril en Valencia. Entonces, el expresidente del Castellón estaba enamorado de una mujer y solicitó los servicios de esta "especialista en tarot" para que consiguiera que su amada le correspondiera.

Carmen F. G., amiga personal de Laparra y también imputada, fue quien le puso en contacto con la echadora de cartas de Magallón, con quien había trabajado años antes en una línea de tarot. Lucía Martín, según declaró Laparra ante la Guardia Civil al ser detenido, le aseguró que, si quería conquistar a la mujer de sus sueños debía realizar abluciones durante 40 días con agua impregnada de pétalos de flores blancas y embadurnarse con tierra de cementerio.

El rito no surtió ningún efecto y el expresidente del Castellón organizó el viaje a Magallón para recuperar el dineral que había pagado por los servicios de la vidente. "No es cierto que se presentaran de improviso y por la fuerza se hicieran con el dinero", subrayó Palacín, que insistió en que Laparra "avisó de antemano" de su desplazamiento.

"El padre de la adivina les abrió la puerta voluntariamente y, de la misma manera, les dio el dinero que reclamaban en un sobre", continuó el abogado, cuya versión discrepa de la facilitada por la Benemérita, que habla de que los intrusos registraron la casa en busca del dinero. Lucía Martín, mientras tanto, presa del pánico, se hallaba escondida bajo un colchón.

Además del dinero, los agentes intervinieron a los intrusos, que no podrán acercarse a menos de 500 metros de su supuesta víctima, un arma simulada, una microcámara con forma de botón y un coche de lujo.