Ayer fueron el congreso Marcas y comunicación alimentaria en la era digital, organizado por la Asociación de Industrias de Alimentación de Aragón y el III Encuentro de trabajo para Productores Agroalimentarios del Medio Rural Aragonés y comercio, distribuidores y hostelería, a cargo de Pon Aragón en tu mesa, en una infeliz coincidencia. Antes estuvieron Hecho en los Pirineos, el congreso de Huesca, el de los maitres y profesionales de sala o el salón Sapha y pronto llegará Gastromanía, otro congreso más.

Aunque sea necesaria más coordinación a la hora de organizar estos eventos, resulta esperanzador que se celebren. No solo por la formación que allí se suele ofrecer, sino por la necesidad que tenemos en nuestra comunidad de crear espacios para encontrarnos.

Las denominadas pausas café o la comidas tipo bufé, donde los asistentes van cambiando de corrillos, contribuyen al intercambio de tarjetas, a conocernos, a establecer citas posteriores. En definitiva, a crear sinergias y frentes comunes en los sectores agroalimentario y gastronómico, tan alejados en ocasiones.

Aunque puedan sobrevivir por separado, ambos sectores, hostelería y producción agroalimentaria se necesitan cada vez más. Deben superar la relación proveedor-cliente, para convertirse en aliados estratégicos. Especialmente cuando la administración autonómica sigue renuente a librar fondos para la promoción, al contrario que otras comunidades.

El mayor escaparate y embajador de nuestros productos es la hostelería, que debería presumir de lo suyo y ofrecerlo a los cada vez más numerosos turistas que, si los productores cumplen su trabajo, lo podrán disfrutar también en su punto de origen. Amén de que resulta más astuto servir ternasco y borraja a los de fuera, que no encontrarán puntos de comparación, lo que sí sucede con las habituales hamburguesas o espaguetis.

Seamos optimistas por un día, especialmente cuando somos capaces de encontrarnos con cierta y fructífera frecuencia.