Provistos de un auricular. Así es como los cetros principales de todas las cofradías están continuamente comunicados para evitar cruces de pasos entre unas procesiones y otras. Éste es uno de los temas que debatieron, el pasado miércoles, seis de los principales organizadores de la Semana Santa en Zaragoza.

Juan Luis Agudo, cetro de la Cofradía de La Llegada de Jesús al Calvario, confirmó llevar «pinganillo» durante todas las procesiones para estar en sintonía y permitir que el público pueda observar con claridad.

Sin embargo, meses previos a la cita, los responsables de cada congregación con «metro en mano», recorren, paso a paso, el recorrido de cada procesión para poder controlar tiempos y distancias y saber cuándo avanzar o parar, cuando llegue la hora. Uno de los problemas añadidos y que tienen en cuenta en estos ensayos, es el tranvía. Todos los responsables calculan dónde y cuándo tienen que parar previamente para que la procesión siga su curso.

Aun teniendo este aspecto en cuenta, en cada acto «suelen retrasarlos para que podamos pasar». Arantxa Yugueros, cetro de la Cofradía del Descendimiento de la Cruz, aseguró que este medio de transporte les ha perjudicado «ya que tuvimos que modificar nuestra ruta por Fernando el Católico hasta llegar a Isabel la Católica e internarnos en la calle Manuel Lasala para dar la vuelta». Además, confirmó que «llegando a la Plaza España, también tenemos que esperar a que pase el tranvía».

Pero estos no son los únicos contratiempos que las procesiones de Semana Santa puedan acarrear. En los últimos años, se ha convertido en una costumbre que la lluvia aparezca, como por arte de magia, en estas fechas y, llegado el momento, los cofrades deben decidir si participan en las procesiones. Esta cuestión se soluciona en una reunión de la Junta de Gobierno «media hora antes de salir, después de haber observado las previsiones meteorológicas mediante actuales aplicaciones», ratifica Agudo.

En el caso de que la respuesta sea afirmativa, las cofradías tienen un as bajo la manga. Alfonso Latorre, vocal de recorridos de la Junta Coordinadora de Cofradías de la Semana Santa de Zaragoza, aseguró «tener los teléfonos de la basílica del Pilar y de la Seo donde se cabe sin ningún problema». De hecho, recordó que el paso del Descendimiento «ya ha tenido que refugiarse dos veces y el de Virgen de las Lágrimas, una vez».

Otra de las vicisitudes que se pueden presentar es la falta de cofrades para algunos actos. A cada hermandad le corresponden dos procesiones durante la Semana Santa sin contar con el Santo Entierro, donde pueden intervenir todas las congregaciones de Zaragoza. Por este motivo, Agudo alega que «la gente sale los primeros días y una vez llega Viernes Santo, se van de vacaciones».