El general de División retirado José Luis Asensio fue una figura clave a comienzos de los año 90 en la transformación de las Fuerzas Armadas al Ejército profesional que hoy conocemos, y en el impulso de la figura del reservista voluntario. Pero ya antes, en 1993, alumbró la idea del Curso Internacional de Defensa, que organizó durante cuatro ediciones y que desde este lunes celebra su XXV edición.

-¿Cómo surgió la idea de organizar este curso?

-El contexto coincidió con el plan de enseñanza de 1992, que cambió todos los esquemas de la Academia General Militar, donde yo estaba destinado como coronel jefe de estudios. Se establecieron asignaturas obligatorios y optativas, al estilo de la universidad, con 300 créditos lectivos más 125 que tenían que cursar los alumnos en instrucción y adiestramiento. Además comenzaron a llegar mujeres, aunque entonces muy poquitas. De hecho creo recordar que en la primera promoción solo había una.

-¿Se abrió entonces el contacto con la sociedad civil?

-La relación era ya estrecha con la cátedra Miguel de Cervantes, heredera de la Palafox, que traía conferenciantes ilustres. Recuerdo fotos con Vargas Llosa y Ussía, por ejemplo. Pero veíamos necesario ahondar la unión de la Universidad de Zaragoza y la Academia General Militar (AGM), fomentar el conocimiento intelectual entre universitarios y cadetes.

-¿Y un curso era la mejor manera de hacerlo?

-La idea de un curso ya venía rondándonos, a mí en particular, estaba convencido pero había que ver qué íbamos a hacer. Y fue una suerte que se me dieran tan bien las paellas...

-¿Y eso?

-Fue en julio de 1993, en el Club de Oficiales de la AGM, cuando hicimos una comida con una paella en la que estábamos el general director Mariano Alonso, el rector de la universidad Juan José Badiola, el profesor José Antonio Armillas y yo, con algunos más. Recuerdo que como broma puse una cabeza de merluza encima de la paella. Y allí se decidió organizar el curso. Era una aventura soñada, querida, poniéndolo todo en el asador. Porque íbamos a hacer un curso, pero ¿de qué tratamos? ¿Y sobre todo, cómo lo pagamos?

-¿Y cómo lo pagaron?

-Se dio el hecho histórico (sonríe) de que los militares pusimos las dietas que nos correspondían por los desplazamientos para financiar la primera edición. Contamos además con el apoyo del Ayuntamiento de Jaca, que nos cedió instalaciones.

-¿Por qué se decidió hacerla en Jaca?

-Allí había instalaciones de la Universidad de Verano, como residencia y comedor, y era un lugar bonito y tranquilo, por entonces se decía aquello de Jaca, Ciudad de Congresos. Hacíamos excursiones a San Juan de la Peña, había tiempo para todo.

-¿El curso ya nació con vocación internacional?

-La primera edición ya se llamó Las Fuerzas Armadas y el Orden Internacional, pero el contenido lo preparamos el profesor Armillas y yo. Tan al unísono que nos llamábamos profesor Asensio y coronel Armillas. Era un ambiente muy serio en el trabajo pero muy feliz y alegre a la vez. De julio a septiembre hubo que organizar a quién traer, pero fue todo un éxito, estaba lleno. Hubo unas cien personas, porque cualquiera que haya organizado algo sabe que hay que pensar por autobuses, y no había más que para tres.

-¿Cómo evolucionó la idea?

-El primer año fue el de poner raíces, entre el segundo y el tercero ya se fijó la internacionalización. Vinieron el embajador de España en la OTAN, el vicepresidente del comité de la Alianza (un vicealmirante de EEUU), un general ruso que era consejero militar de Exteriores, una agente británica de Inteligencia... El ambiente era tan extraordinario que pretendían traerlo a Zaragoza, pero eso hubiera supuesto difuminarlo en la neblina de una ciudad grande. Fue toda una pelea mantenerlo, y ya teníamos apoyo de Ibercaja, que nos permitía incluso ir al aeropuerto a traer a los ponentes en taxi.

-Tras la cuarta edición, ¿ha vuelto al curso a ver cómo ha ido evolucionando?

-Estuve como público en la XVIII edición, hace siete años, el delegado del Gobierno por entonces, Fernández (Javier) me nombró como fundador, que la verdad es que se agradece, te sube el ego. Este año nos han invitado a una comida por los 25 años. En general la evolución ha sido muy positiva; en las conferencias de Zaragoza no he estado, pero ahora tiene créditos concedidos por asistir, que fue un paso muy importante, y las conferencias a lo largo de toda una semana son muy importantes desde el punto de vista de la Cultura de Defensa. La gente va entendiendo que la Defensa es cosa de la sociedad, no de los militares, y que sus impuestos van para algo.

-¿Cree que se ha conseguido cambiar la percepción del Ejército?

-Sí, creo que se ha conseguido, particularmente desde que comenzaron las misiones en el extranjero. ¿Qué otro país tiene una plaza de España en Yugoslavia? El carácter hospitalario y solidario de los españoles ha hecho mucho por ello.

-Volviendo al curso, en las últimas ediciones se observa mucha presencia de ponentes españoles, ¿es falta de presupuesto o importancia de los españoles?

-Falta de presupuesto no creo, ahora colaboran Ibercaja y la DGA. Ahora España tiene mucha presencia, en el Eurocuerpo de la OTAN, en la unidad de Estrasburgo, en la frontera turca con misiles antiaéreos o en los Países Bálticos.

-La edición de este año tiene una jornada entera dedicada al yihadismo, pero el terrorismo es asunto habitual del curso, ¿es imposible de erradicar?

-La OTAN, ya en los 80, cambió el concepto de amenazas por el de riesgos en la preparación de los aliados, tan dispares como el narcotráfico, la trata de blancas o el terrorismo. Ya allí se hablaba, y es lógico que se haga, no ya en el curso, sino en todas partes. Es una guerra asimétrica, como la bautizaron, contra un enemigo que no sigue ninguna ley. Además tiene la dificultad de que cambia de parámetros constantemente, aunque el objetivo sea el terror: de armas a bombas o coches, y hoy en día con la posibilidad de fabricar un explosivo con solo consultar internet.