«Nosostros somos policías y sabemos a qué vamos, pero para la familia es duro ver cómo se nos ha tratado, porque normalmente no hay tanta cobertura mediática», explica Pedro (nombre supuesto), uno de los agentes de la Unión de Prevención y Reacción (UPR) zaragozana que regresó hace tres días de Tarragona para prestar servicio en la fiestas del Pilar. Y uno de los que no saben si, este mismo lunes, recibirá la orden de volver a la comunidad vecina, en vista del poco margen con que están recibiendo los avisos.

Aunque «nadie se ha quejado allí», las condiciones de vida de los agentes de Policía Nacional y Guardia Civil en el barco amarrado en el puerto de Tarragona han distado -y distan, para los que allí siguen- de un crucero de placer. «Estábamos hacinados en camarotes pequeños, durmiendo con gorros y bragas por el aire acondicionado, hay mucha gente con anginas y resfriados», explica Pedro.

«Pero lo peor es la comida, todos los días arroz o pasta y pollo o pescado. Somos gente deportista, los hidratos los quemas, pero al final las condiciones minan la moral», explica.

En ese sentido casi agradecieron la vuelta a la ciudad, a ver a la familia, aunque la misma noche de su vuelta ya tuvieron que trabajar en las fiestas, y así han continuado. «A las doce de la noche del martes nos avisaron de que volvíamos a las 8.00 horas. Lo más probable es que haya que volver, pero no sabemos».

El ambiente no ha sido precisamente bueno. «Sabíamos que habíamos ido allí a hacer lo correcto, pero el hecho de que la gente por la calle de trate de hijo de p... asesino, te tiren botellas de cristal, lejía y salfumán, y que no respondas ni lo mínimo, hace mella. Luego sacan imágenes de las cargas, pero no de la gente dando patadas y lanzando piedras», lamenta. «A partir del desalojo de los hoteles, por lo menos, se notó un cambio notable. En Barcelona ya veías gente con banderas de España y se acercaban a darte las gracias», narra.

El agente de la UPR destaca cómo, el «abandono» del Gobierno y la «traición» de los Mossos han reavivado en el Cuerpo la vieja reivindicación de la equiparación salarial. «Era lo que más se comentaba en los corrillos, manda coj... que un tío que falta a su deber esté cobrando 600 euros más que nosotros», explica.

El compromiso del ministro Juan Ignacio Zoido de atender de una vez esta petición, no lo ve claro. «Al final dijo que dependerá de los presupuestos, que es lo de siempre, no hay dinero. Pero no lo hay para nosotros, los Mossos llevan equipo y vehículos de última generación. En la UPR, y particularmente en la de Zaragoza, no sé por qué, no llega nada. La respuesta de Madrid acaba siendo que no quieren que parezcamos militares, que intimidemos, pero si alguien se asusta serán los malos», razona.