La concesionaria que gestiona la estación central de autobuses de Zaragoza ha trasladado una propuesta al ayuntamiento de la capital con la que sacar del casco urbano los numerosos vehículos que aparcan durante horas en zonas donde, en teoría, deberían tenerlo prohibido. Su ofrecimiento es sencillo: el consistorio le cede gratuitamente 7.000 metros cuadrados de suelo municipal contiguos a sus instalaciones y ella invierte "unos 600.000 euros" para levantar en ellos un aparcamiento con 70 plazas de estacionamiento para autobuses y otras 20 para autocaravanas, un surtidor de carburante y un lavadero. Una infraestructura que pasaría a manos del ayuntamiento dentro de 15 años, cuando finalice su actual concesión. Un estacionamiento por el que las empresas que lo usen solo tendrían que pagar en caso de pernoctar, "16 euros cada noche".

Su ofrecimiento cuenta con informes favorables de Urbanismo y Movilidad, y el máximo responsable de la concesionaria, Íñigo Laín, asegura que solo está a expensas de "una decisión política" por parte del Gobierno municipal y del resto de grupos municipales que ya conocen el proyecto. Una iniciativa que, no hay que obviar, se ejecutaría en los terrenos que hoy deberían estar ya ocupados por los carriles de entrada al túnel carretero de la autovía A-68, inacabado y paralizado desde hace más de un lustro. Y sin visos de retomarse. Se localiza justo debajo de los cinco carriles actuales de esta autovía, en dirección al centro de la ciudad.

VIABILIDAD ECONÓMICA

La premura deriva, explicó a este diario Laín, en la "necesidad de hacer viable económicamente el proyecto", ya que solo restan 15 años de concesión para un aparcamiento del que solo se obtendrían ingresos, o la mayor parte de ellos, a través del surtidor de gasolina y el lavadero, que completaría una oferta de servicios muy completa a las empresas que se dedican a transportar turistas a la capital aragonesa.

También beneficia a la ciudad, aseguró Laín, ya que la primera imagen que recibe el viajero que llega a Zaragoza en la estación central de autobuses es la de una cristalera de 6.000 metros cuadrados tapada por los autocares que se ven obligados a estacionar fuera, pegados a ella. Son unos 20 los que caben en línea y se puede llenar fácilmente en épocas de máxima afluencia de visitantes. Dentro, hay 40 dársenas y los autocares están constantemente rotando, ya que unos 500 buses pasan a diario por esas instalaciones.

La ciudad, de paso, abordaría una problemática que hasta el momento nadie quiere atajar. La ordenanza municipal, por ejemplo, prohíbe que vehículos de más de 3.500 kilos aparquen en zonas como la avenida de los Pirineos. Una imagen más que habitual muchos fines de semana y festivos señalados en Zaragoza. También en el estacionamiento de Macanaz lo hacen.

FLEXIBILIDAD Y la Policía Local, en este sentido, siempre ha actuado con flexibilidad, ya que la alternativa para estos vehículos era trasladarse a la Ciudad del Transporte, como otros sí hacen. La propuesta actual no sería la de impedir dejar turistas en paradas como la trasera de la Basílica del Pilar, sino que autorizarles de dejar o recoger viajeros allí pero, cuando se vacían, estar obligados a desplazarse a la estación central de Delicias, para sacarlos del casco urbano. Una práctica habitual en otras grandes ciudades españolas, que habilitan un punto específico para albergar a estos servicios de transporte.

En Zaragoza, numerosos autocares duermen en Miralbueno o Cogullada, y se estima que a la ciudad pueden llegar más de una decena de estos servicios de transporte para turistas, aunque no existen datos oficiales ni nadie los controla. Tampoco en fechas como las fiestas del Pilar, pero fácilmente superarían los 500 al año si se cuantificaran. Estos serían potenciales clientes de este párking de Delicias.

Mientras, en el caso de las autocaravanas, el servicio se ofrecería también para aquellos visitantes que están de paso, ya que, como subrayó Laín, si están más de dos noches se les derivaría al cámping municipal.