"Para mí, este proyecto ha supuesto todo un salvavidas económico en mitad del camino", contesta Antonio Fuertes, de 53 años, al ser preguntado por su trabajo y su situación familiar y personal. Este albañil de profesión, casado y con dos hijos, ha pasado de engrosar la lista de parados de larga duración durante casi dos años a ser en la actualidad uno de los tres encargados de acondicionar los diferentes solares repartidos por la ciudad.

"Todos venimos del Inaem y soportamos situaciones similares, aunque más del 40% de los contratados provengan de programas de inserción sociolaboral", añade sin dejar de alabar la iniciativa. "Por mi edad, los más de 400 euros que te pagan por parado de larga duración dan justito para comer. Así que la iniciativa es todo un sustento".

"Algunos de los trabajos son auténticas joyas, por lo que invito a los zaragozanos a que se pasen por allí y las visiten. La verdad es que la arquitecta italiana tiene una sensibilidad especial. Estoy muy orgulloso del trabajo que se ha realizado. Sobre todo porque con un presupuesto ridículo se han recuperado plazas y lugares muy bonitos para los vecinos y para la ciudad", argumenta Antonio.

Este trabajador recuerda que durante la crisis de los 80 también se quedó en el paro. Y volvió a estarlo en los 90, "pero nunca con tan pocas perspectivas como las actuales. Porque todo está muy parado". Su contrato termina el 30 de diciembre.

Entre las actuaciones que destaca está el parque diseñado junto al embarcadero de Vadorrey, junto al azud del Ebro. O el que se ha creado junto a los antiguos viveros en La Almozara, "con árboles, jardines y zonas de juego infantil". O el que se localiza junto a la CREA, "para juegos y deportes aragoneses".

Un grupo de unas 60 personas (cuatro aparejadores, tres encargados, diez oficiales de primera y el resto, peones) han ejecutado los proyectos de los arquitectos, que van desde andadores de madera a campos de fútbol, pistas de baloncesto y de patinaje. O incluso toda una serie de pequeños huertos, como en el caso de Casetas, en donde se ha trabajado en un solar de unos 3.000 metros cuadrados.

"Muchos de estos sitios no eran más que un nido de ratas, y se han convertido en auténticos atractivos para la ciudad", insiste recordando los reconocimientos de esta iniciativa municipal.