Caras de cansancio y el susto todavía en el cuerpo. Así estaban ayer los vecinos del número 91 de la calle Emilio Castelar, en el zaragozano barrio de San José, después de que el fuego destruyera por completo una vivienda del noveno piso. No fue para menos, ya que fueron evacuados los 72 pisos del bloque y permanecieron hasta las seis de la mañana en la calle. La familia del piso siniestrado fue atendida por quemaduras leves y por inhalación de humo. No tuvieron que ser trasladados a ningún centro hospitalario.

El fuego comenzó sobre las 02.30 horas, minutos después de que volviera el suministro eléctrico a esta zona de la capital aragonesa que sufrió un apagón como consecuencia de una tormenta. Este hecho, tal y como reconoció Cristina Monclús, hizo que muchos vecinos permanecieran despiertos. «No me iba a ir a dormir con la televisión encendida porque cuando volviera la luz el susto iba a ser importante», apuntó.

GRITOS / El intenso olor a quemado y algunos gritos que salían de su escalera de vecinos le hizo sospechar de que «algo raro estaba pasando». «Miré hacia arriba, caían cosas y rápidamente me refugié, pero me dio tiempo a ver las llamas», señaló esta mujer que no dudó en despertar a sus hijos de 13 y 8 años y salir inmediatamente de casa».

No fue la única. Junto a ella, lo hicieron otros vecinos como Ana Alejandre y su familia que llenaron la plaza Ángel Sanz Briz, que está contigua al bloque de viviendas. Allí esperaron hasta que los Bomberos de Zaragoza dieron el visto bueno para su regreso. Ya no existía peligro. No obstante, muchos decidieron adelantar su hora del desayuno en la cafetería Classic, que abrió justo en el momento en el que el fuego se había extinguido y los nervios ya estaban más calmados. Ana Alejandre admitió que todavía tenía «el susto en el cuerpo». «Yo solo esperaba que el aire no cambiara de dirección y el fuego fuera hacia abajo», aseguró. Esta mujer destacó que los bomberos «no pudieron pasar del séptimo piso porque oí que en las plantas más altas había temperaturas de hasta 600 grados, no sé cómo no ha sido mucho peor». «Yo estaba durmiendo tranquilamente cuando, de repente, me llamaron al timbre y cuando fui a salir a ver quién era, porque no era muy normal por las horas, vi una manada de vecinos que bajaba, que había un incendio». Así lo recordaba Alejandre con otros miembros de la comunidad que ayer permanecían en el patio del edificio. Otra consecuencia negativa era que algunas viviendas tuvieron filtraciones del agua empleada en la extinción del fuego.

Por otro lado, la familia a la que se le quemó la vivienda, una madre y sus dos hijos adolescentes, tuvieron que ser asistidos por una quemadura leve en el pie y por intoxicación del humo. Tardarán un tiempo en regresar a su casa, ya que, según fuentes de bomberos, quedó totalmente destruída. El perro que tenían murió en el incendio.