Rubielos de Mora tiene todos los ingredientes para ser un pueblo museo. Situado entre montañas, en un rincón rural de la despoblada provincia de Teruel, su casco antiguo está lleno de palacios de gran valor arquitectónico y ceñido por los restos de una muralla medieval. Además, figura entre los lugares más bellos de España, un título que recae en muchas localidades congeladas en el tiempo y el espacio.

Sin embargo, bajo esa fachada, excelente para crearse una marca turística, Rubielos bulle de actividad. Artesanal, agroganadera, minera y, también, contra casi todo pronóstico, industrial. Desde hace tres décadas se produce en su término el 80% de las máquinas que se emplean en España para el corte industrial de vidrio.

Salen de la fábrica de Turomas Tecnocat, fundada en 1985 por el rubielano Miguel Tomás, que se define como un «ingeniero de la calle» que aprendió su oficio «preguntando». «Hacemos todo aquí», subraya este emprendedor. «Diseñamos la máquina, la construimos, la dotamos del equipo informático que la mueve y la vendemos por todo el mundo», asegura.

Se trata de una tarea ímproba, pues algunas de las cortadoras de vidrio, con capacidad para cortar piezas de 12 metros de largo por tres y medio de ancho, pueden medir 100 metros cuadrados. El mercado español se le queda pequeño a Turomas Tecnocat, sobre todo desde la crisis de la construcción, por lo que la exportación es una vía natural para mantener la rentabilidad. «Tenemos clientes en más de 50 países, entre ellos Rusia y Canadá», señala Tomás, que da empleo a medio centenar de personas del pueblo y los alrededores.

TRABAJOS DE FORJA

Rubielos de Mora también destaca por los trabajos de forja artística, como los que realiza desde hace 40 años la Cooperativa La Zarza. «Trabajamos para particulares y también, pero menos, para empresas de la construcción», explica Alejandro Redón, una de las cuatro personas empleadas en el taller. Sus tiradores, picaportes, rejas para ventanas y cabeceros de cama, entre otros objetos, llegan a toda España.

Pese a su elevada altitud (más de 900 metros sobre el nivel del mar), la localidad también se dedica a la agricultura. De hecho, los viñedos, que llegaron a desaparecer, están documentados desde el siglo XIII. Jesús Romero investigó el pasado vitícola de Rubielos y, hace unos años, dedicó tres hectáreas a la plantación de vides que ahora dan un vino «artesanal, natural, casi ecológico al cien por cien».

Su producción es limitada, de unas 10.000 botellas al año, pero aun así la vende en Valencia y Zaragoza, así como en Teruel. Además, gracias a la excelente puntuación que el vino recibe en la prensa especializada, se ha abierto un hueco en Gran Bretaña, Irlanda del Norte y Holanda.

Y, para que no falte de nada, Rubielos de Mora produce desde hace poco cerveza artesana. Eduardo Martín y Raúl Hernández elaboran unos 20.000 botellines al año. «Utilizamos lúpulo aragonés producido en Daroca», señala el primero. La empresa se denomina Compañía Cervecera Gúdar-Javalambre y, de momento, su mercado se limita a la provincia de Teruel.

También se hallan instaladas dos fábricas de embutidos, Casa Mata y Pastor, que se basan en la importancia de la ganadería en la zona. Por no citar los tres hoteles del término y el desarrollo que han experimentado las viviendas de turismo rural.