De vez en cuando mis amigos o lectores, que empiezan a fundirse en una peculiar y abigarrada parroquia, me tiran de la lengua con los políticos, y a veces hasta un suculento anzuelo para que con sus cuitas, estrategias, amantes, traiciones y conquistas escriba una novela policíaca al estilo de las de James Ellroy o Manolo Vázquez Montalbán.

Escribí una, El gobernador, que era negra como la pez y abordaba los fondillos del poder y el tránsito generacional de la época suarista, pero a la vista de tantos y nuevos personajes, quizá habría que sacar, no ya una novela, sino una colección de negros argumentos sobre la corrupción.

El problema, me parece, es que los personajes reales que podrían servir de modelos, los Bárcenas, los Juan Guerra o Roldán, los Muñoz (el de la Pantoja), Granados (el de la panto de Esperanza), Barberá, Chaves, Pujol, Urdangarín, la cúpula de Bankia y sus blacks, toda esta furrufulla de logreros, conseguidores, truhanes, delincuentes (presuntos, perdón) no dan altura moral, ni de miras, ni otro nivel que el de los billetes que se van amontonando en sus escritorios, en sus vidas, sin saber de dónde vienen, pero sí a qué paraíso fiscal irán a parar cuando el juez se canse de escudriñar los rincones de sus armarios o cuentas de doble fondo.

Y eso que, sin tirar del todo la toalla, pues un periodista y escritor tiene la obligación de indagar y escribir sobre cuanto el último pajarito pinzón tenga a bien denunciar, estoy leyendo con suma atención las novelescas recetas de Patricia Highsmith (Sus...pense).

No me estoy divirtiendo tanto como con el brutal cómic que acaban de firmar a cuatro manos dos monstruos de la ilustración, Roberto Malo y Moratha, pero doña Patricia coincide con nuestros genios en que la clave del éxito sólo puede residir en la historia, cuando los personajes reúnen un mínimo canon de inteligencia, ductilidad, estilo y una trama psíquica, una formación personal que los haga destacar en el mundo del crimen, caso de Ripley, o del porno, caso del descacharrante productor Tony Vergas ideado por Moratha&Malo.

Sin embargo, tengo la esperanza de que el modelo español de corrupción política mejore y se engrandezca con el inane paso del tiempo, hasta darnos un Al Capone. Gente seria que sí inspiró muchas y buenas novelas.