Por miedo a ser víctima de una agresión verbal, que no física. Esa es la razón que ayer esgrimió ante la Audiencia Provincial de Zaragoza el que fuera jefe de la Oficina de Tráfico de la Policía Local de la capital aragonesa, Jesús Javier V. R. y que está acusado de grabar la intimidad de 14 de sus compañeras de trabajo. Se enfrenta a un máximo de 24 años de cárcel que solicita la abogada Olga Oseira.

Este funcionario municipal, que actualmente está destinado en otro departamento, reiteró en varias ocasiones que el objetivo de las cámaras que instaló en su despacho o el empleo de un boli que llevaba instalado un sistema de grabación no eran sus compañeras. «Tenía miedo real a los ciudadanos, a los compañeros y a policías locales», aseguró, mientras apuntó a que «estaba totalmente obsesionado y convencidísimo de que había como una trama para quitarme de en medio».

Una argumentación que sorprendió a la representante de la Fiscalía, quien le recriminó por qué la Policía Nacional descubrió 5.256 fotografías y más de 244 vídeos en los que «ninguno era de ciudadanos, sino que solo se veían funcionarias». También le criticó que algunos contenidos estuvieran identificados con el nombre de algunas de sus compañeras junto a detalles como «piernas, culo o muy bueno». Un reproche que no alteró al encausado, quien de forma serena aseguró que él no había puesto esos nombres y que nunca hizo fotos, solo grabaciones que calificó de «casuales». Desde la acusación particular cuestionaron su preocupación por la seguridad, llegándole a preguntar si es que no había controles de seguridad en el interior del cuartel de la Policía Local en La Paz, pero Jesús Javier V. R. aclaró que su temor era «por agresiones físicas y no por navajas». Una declaración que llevó al magistrado presidente del tribunal, Rubén Blasco, a cuestionarle si en algún momento había hablado con sus superiores para que instalaran cámaras de forma legal en el interior de su despacho. Su contestación fue: «No se me ocurrió».

14 MUJERES / El caso se destapó cuando dos trabajadoras vieron a Jesús Javier V. R. visualizando uno de los vídeos con imágenes de una de sus compañeras.

Estas mujeres coincidieron en que, de repente, la actitud del procesado cambió. Muchas llevaban hasta 11 años trabajando en el mismo departamento y observaron extrañadas que se les pedía ir a su despacho por cuestiones que anteriormente no pasaba. «Siempre nos dejaba el trabajo encima de la mesa y, de repente, nos llamaba para darnos tareas y hasta para sacarle cosas de los pisos más altos de la estantería». Las funcionarias también rechazaron que el acusado hubiera sufrido algún episodio agresivo por parte de ciudadanos. Hoy continuará el juicio.