El Instituto Geológico y Minero de España (IGME) ha promovido una investigación que advierte, a través de la opinión de expertos, del gran impacto del cambio climático en tres sistemas naturales vinculados al hielo y el agua del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido (Huesca).

La labor de este grupo de investigadores ha quedado recogida en un vídeo titulado "Lagos y hielo en los Pirineos. La memoria perdida del agua", que se centra en el retroceso del glaciar de Monte Perdido, la progresiva desaparición de los hielos perennes de la Cueva de Casteret o el cambio de funcionamiento del lago de Marboré.

En un comunicado, el IGME destaca que los sistemas naturales de alta montaña mediterránea son muy sensibles a las variaciones en temperatura y humedad, lo que les hace sentir con "más fuerza" los efectos del calentamiento global.

Según la experta del IGME Pilar Mata para determinar las afecciones del cambio climático es "imprescindible" conocer las dinámicas actuales de estos ecosistemas y de sus procesos biológicos y geológicos, pero también su funcionamiento en las últimas décadas, siglos y milenios.

La precisión del análisis realizado en el glaciar de Monte Perdido ha permitido a los investigadores establecer el grado de reducción real del volumen de hielo en los últimos años y simular su evolución ante un escenario futuro vinculado al cambio climático que hace prever su desaparición.

A juicio de Pilar Mata, "el glaciar desaparecerá en un momento dado y el hielo de las cuevas también; y no podemos hacer nada, tan sólo tomar los datos, comparar y predecir que va a pasar, y ayudar a gestionar esta situación a los responsables del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido".

Los sondeos tomados recientemente en el glaciar y en la Cueva de Casteret por el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), que colabora en la investigación, permitirán a su vez conocer sus orígenes y su evolución futura.

El investigador del IPE Blas Valero asegura que los restos de materia orgánica presentes en el hielo de las cuevas ubicadas en Ordesa, como la de Casteret, son esenciales para precisar la edad de este material y las afecciones causadas por los principales cambios ambientales del pasado.

Por esta razón, se han colocado recientemente sensores de temperatura y humedad en diferentes puntos del interior y exterior de estas cuevas heladas, que, junto a las medidas de las variaciones periódicas del hielo, permitirán conocer los cambios producidos.

Por otra parte, los trabajos realizados en el marco del proyecto financiado por el Organismo Autónomo de Parques Nacionales en el ibón o glaciar de Marboré, situado a 2.650 metros de altitud y con 30 metros de profundidad, ha proporcionado ya los primeros datos de composición química del agua y de temperaturas a distintas profundidades.

Los expertos consideran que las "relativamente" elevadas temperaturas superficiales del ibón en verano responden a los elevados registros de los últimos veranos, con unas implicaciones ecológicas todavía por determinar.

Según Pilar Mata, "independientemente de los resultados obtenidos en cada uno de estos ambientes, todos los investigadores coincidimos en que sólo mediante la observación continua y prolongada en el tiempo de las diferentes variables y su comparación con el pasado reciente, seremos capaces de predecir su evolución y, por tanto, de ayudar a la gestión y al mantenimiento de estos ecosistemas".

Esta investigación, que queda plasmada en el referido vídeo, se da a conocer en el mismo año de celebración del primer centenario de la declaración de los Parques Nacionales de Ordesa y de los Picos de Europa.