El recinto de Ranillas y su lamentable estado puede sonar a un tema recurrente, por lo reiterado de los efectos del desuso en edificios que un día lucieron con esplendor para una muestra internacional, la del 2008, que supuso además una inversión multimillonaria. Pero la novedad ahora es la parálisis administrativa pese a los intentos de la Asociación Legado Expo de intentar mover algo que ayude a resucitar este espacio. Si el anterior Ejecutivo autonómico, dirigido por el PP, le ponían trabas a sus propuestas, el actual ni les atiende: "Todavía no consideran oportuno recibirnos". Cuatro meses después de que tomara posesión del cargo el actual responsable de Expo Zaragoza Empresarial, Francisco de la Fuente, ni siquiera está en su agenda.

Y desde el Ayuntamiento de Zaragoza, asegura la asociación, dicen estar más concienciados con sacar a flote este espacio, pero que no hay dinero para impulsarlo. Lo cierto es que es uno de los atractivos turísticos de la ciudad --suscita interés fuera--, pero tiene un hándicap importante: mientras la DGA y el consistorio no solucionen el conflicto sobre si los edificios son Bien de Interés Cultural, exentos de pagar el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI), no puede haber ninguna actividad económica en su interior. Así que, por ahora, ni visitas cobrando para ver el interior de la Torre del Agua ni contratos con empresas para rodar spots publicitarios como antaño. Y, mientras, el recinto Expo se ahoga en su olvido.

"Bochornoso" espacio

Este es el "bochornoso" estado en el que deja este espacio plagado de edificios emblemáticos. Que no solo no genera dinero sino que "ni se retiran los escombros de piezas que se caen por las inclemencias del tiempo, por el desuso o por el vandalismo". Ejemplos hay, según esta asociación, para todos los gustos. En el pabellón de España es habitual ver piezas de cerámica de las columnas que lo rodean reposando en el estanque que las bañaba en el 2008; el de Aragón, "ha sido tomado por las palomas" y luce numerosos desperfectos; el flamante Pabellón Puente de Zaha Hadid amontona piezas desprendidas de la piel que cubría su fachada y que han tenido la suerte de no caer al río; y la Torre del Agua, acumula suciedad y vegetación que crece sin que nadie la corte.

Este es su presente y la realidad que se encuentran los turistas. Nada que ver con los folletos que ya, ni la DGA ni el ayuntamiento, exhiben en el exterior. Su ausencia en Fitur es más que destacada, para una ciudad que crece año tras año en número de visitantes. Y a pesar de que edificios como la Torre del Agua atrae a centenares de visitantes cada vez que se reabre. "Se gastaron 140.000 euros en instalar el Splash para que ahora nadie lo pueda ver", lamentan.