Madrugada, un anciano solo en la calle y poca gente alrededor. El objetivo perfecto para robarle la cartera y no ser detenido. Eso debió pensar Francisco Javier N. G., el pasado 31 de marzo cuando decidió asaltar a un zaragozano en la calle Cesaraugusto. Sus planes fallaron porque no llevaba dinero y porque al estar fichado policialmente fue rápidamente identificado.

Los hechos tuvieron lugar sobre las 3.00 horas cuando la víctima caminaba por esta calle en la confluencia con el Coso. En ese momento, el hombre fue sorprendido por Francisco Javier N. G., quien le dio varios puñetazos que le tiraron al suelo. Aprovechando que estaba noqueado, el delincuente le arrebató la cartera y salió corriendo.

Cuando el hombre se repuso de los golpes, decidió dirigirse a un bar de la zona de las antiguas murallas romanas en el que tomar algo para relajarse. No pudo. Y es que su atracador no se había ido muy lejos y estaba descontento con lo que había robado. Solo había documentación.

Sin pensarlo, entró en el establecimiento, arriesgándose a que en ese momento la víctima pudiera pedir ayuda. Entonces, Francisco Javier N. G. le extorsionó y le dijo que si le daba dinero en efectivo le entregaba la cartera y así podía recuperar la documentación. Discutieron y volvió a fugarse.

Las ansias por tener dinero hicieron que al atracado no se le borrara la cara de este joven de 33 años. Se dirigió a la comisaría del distrito Centro de la capital aragonesa, donde interpuso denuncia por los hechos y rápidamente le identificó. Y es que en su ficha policial aparecen varios delitos similares. Cuatro días después, la Policía Nacional le localizaba y le detenía. Tras prestar declaración, el titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Zaragoza decidió enviarle a prisión.