A simple vista, parece uno más de los pequeños huertos que jalonan el tramo bajo del Matarraña a su paso por Fabara. Nadie diría que una simple caseta almenada, tres pequeños pozos y 18 pequeños canales apenas visibles por un tapiz verde que los cubre. Son planteros de anea, y su función es mucho más que estética o comercial, ya que con su mecanismo puramente biológico permite a esta localidad depurar sus aguas residuales a un coste mucho más bajo y con un mínimo impacto ambiental. Al contrario, los beneficios que otorga tanto a la naturaleza como a las arcas municipales son numerosos, en esta planta depuradora pionera y única en Aragón.

Todo surgió en el 2003, en pleno debate en la comunidad acerca del plan especial de depuración diseñado por el Gobierno de Aragón que contemplaba una inversión de más de mil millones de euros para construir depuradoras en más de 170 municipios con un régimen concesional de más de 20 años. A cambio, los ciudadanos deben pagar un canon por el saneamiento de las aguas. En la actualidad, muchos municipios pagan pero no tienen las depuradoras construidas. Y en muchos otros casos, la inversión ha sido tan elevada que la hipoteca es alta.

"Echamos cuentas y vimos que los números no salían, que ese plan era una barbaridad. Sufrimos muchas presiones, pero nos negamos en redondo a aceptar un plan que vulneraba la autonomía municipal y que iba claramente en contra de los intereses de los vecinos", señala el alcalde de Fabara, Francisco Doménech. Por este motivo, Doménech y su activo equipo de Gobierno buscaron alternativas, convencidos de que el alto coste de la planta que debían construir y los planes sobredimensionados de la Administración autonómica podían tener una opción distinta.

Politécnica de Madrid

Fue entonces cuando solicitaron un informe a la Escuela de Ingenieros agrónomos de la Universidad Politécnica de Madrid y dieron con la solución: una planta biológica capaz de depurar con las mismas prestaciones que una artificial y hasta diez veces más barata. El mecanismo, sencillo, una red de pequeños canales y una plantación de anea, una especie capaz de convertir el amoniaco en nitrato gracias a la acción de la naturaleza y el oxígeno de la planta.

"Los planes de la DGA sobredimensionaban la población de Fabara, que de los 1.200 vecinos actuales la ampliaban hasta los 4.000. Ahora no pagamos canon y los cien mil euros anuales que deberíamos pagar los aprovechamos y los reinvertimos en el pueblo. Así pueden trabajar los gremios de aquí y acometer obras que de otra no podríamos. Incluso podemos adelantar los pagos atrasados de la DGA a empleados como los de la residencia", destaca Doménech y su concejal de Hacienda y Servicios Sociales, José Francisco Brunet. De hecho, el coste estimado del mantenimiento anual no supera los 13.000 euros, frente a los 180.000 que supondría una depuradora convencional.

Desde que surgió la idea y la búsqueda de alternativas al funcionamiento efectivo de la planta surgieron tres años, y desde el 2006 depura con unos niveles de idoneidad incluso superiores a los de otras plantas que se han construido en otros puntos de Aragón.

"Hemos demostrado que a veces se desarrollan planes inviables que hipotecan a generaciones y que con interés e imaginación se pueden conseguir grandes resultados que no solo vienen condicionados por el dinero o lo que se redacta en un despacho desde Zaragoza. Esto es la política real", indica Doménech señalando su depuradora.

La anea tiene la peculiaridad de eliminar muchos contaminantes y asimilarlos

Las aneas tienen un papel fundamental en el filtrado, ya que es una especie con una gran capacidad para facilitar oxígeno a los microorganismos que viven en la rizosfera (la parte del subsuelo más cercana a las raíces) y absorben nutrientes, así como fósforo y nitrógeno, que pueden convertir en nitratos. También eliminan los contaminantes, que asimilan a sus tejidos y filtran los sólidos a través del largo entramado que forman sus raíces.

Una experiencia única que interesó al Ayuntamiento de Nueva York

La experiencia de esta depuradora, que no cuenta con el beneplácito del Gobierno de Aragón, llamó la atención del Ayuntamiento de Nueva York. Una delegación de esta metrópoli visitó las instalaciones de Fabara con la intención de hacer varias (necesitarían 20.000 como las de la localidad aragonesa). También se han planteado en unas 20 localidades de Castilla y León --sin que lleguen a funcionar-- y consistorios como el de Segovia o la ciudad manchega de Talavera de la Reina también se han interesado. En Aragón, Aínsa estuvo a punto de hacer una similar pero finalmente no fraguó el proyecto.

Cada año, el Ayuntamiento de Fabara beca a escolares de la localidad para que sieguen la anea "y conozcan el trabajo físico que hacían sus padres y que les ha permitido estudiar". Las becas se sufragan con el dinero que reporta la venta de la anea segada.