El destino ha querido jugar con los afectos. A las pocas horas de morir José Antonio Labordeta, fallecía también en Zaragoza Lola Olalla, la que fue su primera manager, la mujer que llevó sus asuntos musicales, y ayudó a impulsar su obra en toda España.

Lola fue de las primeras mujeres que ejercieron el complicado asunto de cerrar contratos, organizar recitales y ordenar agendas, siempre desde una discreta segunda línea, para la proyección de un cantautor, que acababa de recalar en Zaragoza desde su destino como profesor en Teruel y que ya tenía un primer single, Cantar y Callar, que sería secuestrado en el estado de excepción de 1969.

En la década de los 70, cuando los cantautores estaban en su apogeo, Lola Olalla no solo digiría los asuntos de José Antonio, sino que realizó actividades como promotora, organizando conciertos de cantantes como Hilario Camacho, Carlos Cano, Javier Krahe, o el propio Sabina. Al lado de su esposo, Plácido Serrano, locutor de Radio Popular en aquellos tiempos, crearon un caldo de cultivo que contribuyó a enriquecer y difundir la canción de autor española.

Lola Olalla ha fallecido de un cáncer, el mismo mal que acabó con Labordeta. En los últimos meses se vieron en alguna ocasión, cuando la enfermedad hacía mella en los dos. Ni Lola pudo despedir a su amigo, ni José Antonio tuvo tiempo de conocer el trágico final de su primera manager, su impulsora.