La prolongada sequía está teniendo efectos devastadores no solo en los humanos, sino que está provocando un problema medioambiental que afecta a otras especies y a reservas naturales de la importancia ecológica de la laguna de Gallocanta. Este humedal salino, el más grande de Europa, no tiene una gota de agua desde el pasado mes de abril. Sus magnas dimensiones, de 7,5 kilómetros de largo por 2,5 de ancho y dos metros de profundidad en los momentos buenos, se ha convertido en una inmensa costra de sal en la que apenas hay vida cuando otros años se convierte en una importante reserva ecológica por el número de aves que pasan por esta zona en sus migraciones.

Los habitantes de este entorno muestran su asombro ante este hecho, ya que dicen no recordar una situación parecida en muchas décadas. Incluso cuando la laguna se secaba de forma puntual en los momentos más duros del verano, recibían el vertido de alguno de los 13 municipios que evacuan en este ecosistema. Ahora, todos los pozos adyacentes, los pequeños acuiferos y los canales de vertido están absolutamente secos. Y no hay previsión de que la tendencia mejore en las próximas semanas y meses.

campos de cereal / Los campos de siembra que rodean este humedal son, casi en diciembre, secarrales polvorientos donde apenas coge el grano y, por tanto, no sirven de alimento para las miles de aves que todos los años pasan tres meses en la zona, en uno de los mayores espectáculos ornitológicos que se pueden contemplar en la península ibérica. Los censos realizados por los agentes de la naturaleza marca que año tras año en estas fechas hay ya entre 20.000 y 30.000 aves. Este año, ante la preocupante sequía, apenas han pasado por la zona 6.000. Resulta difícil hoy ver el cielo surcado por esas inmensas colonias de aves, hasta 200 especies distintas, que lo decoran con sus imposibles filigranas aéreas y le ponen música con una sinfonía de graznidos y gorjeos.

De este modo, al problema medioambiental se une una posible merma de recursos turísticos en una zona en la que el secano apenas da de sí y donde el avistamiento de pájaros se ha convertido en un atractivo para el viajero y, por tanto, en una destacada actividad económica. Aun así, a pesar de que el número de aves se ha reducido, el espectáculo de ver la laguna completamente desecada y convertida en una lámina blanca brillante sigue mereciendo la pena.

El alto valor ecológico de la zona y de esta laguna de origen endorreico está fuera de duda, y siguen viniendo escolares y curiosos atraidos por la magnitud de esta gigantesca balsa natural. Su situación crítica, que llama la atención en los habitantes de la zona y en los agentes que vigilan y controlan el perímetro de más de 14 kilómetros de esta laguna, es una consecuencia de la sequía más importante de los últimos 25 años. Una sequía en la que los embalses de la cuenca del Ebro se sitúan en torno al 42% y donde la situación de prealerta y alerta es una realidad en la margen derecha. Al igual que ocurre en la cuenca del Júcar, que ha tenido que habilitar medidas extraordinarias y controla la situación de la ciudad de Teruel, ya que el embalse de Arquillo, que abastece esta capital, está en mínimos históricos.

Elvira y María Pilar son dos de las trabajadoras de Sarga que trabajan en esta destacada reserva natural. Admiten que la situación es grave e inédita, y miran al cielo con la esperanza de que pronto llueva. María Pilar lleva 21 años controlando este enclave y trabajando, como Elvira, en el recuento de aves. Nunca había vivido una situación así. Jamás la laguna había estado seca durante siete meses. Y con la incertidumbre de saber si esta situación se prolongará en los próximos. La laguna de Gallocanta disfruta de un doble reconocimiento: Humedal de Importancia Internacional (Convenio Ramsar) y Reserva Natural. Pero es por encima de todo el mayor humedal salino de la península ibérica y el mejor conservado de la Europa Occidental. Un caldo de altísimo valor biológico ahora gravemente amenazado por la pertinaz sequía, con las consecuencias que ello tiene para el ecosistema.

Mientras, las aves que hasta diciembre llegan a este paraíso particular tienen el mismo problema en otras lagunas destacadas, situadas en el sur de Francia o en Extremadura o Andalucía, lo que puede modificar de forma excepcional los hábitos migratorios de algunas especies.