La salida de Federico Trillo de la embajada de España en el Reino Unido supuso ayer toda una sorpresa en los familiares de los 62 militares fallecidos en la tragedia del Yak-42 hace casi catorce años. El portavoz de la asociación en Aragón, José Ángel Gracia, reconoce sentir cierta satisfacción, si bien recalca que «no hay que ser triunfalistas», ya que el Gobierno de Rajoy debe aclarar si ha sido una dimisión o un relevo.

Y es que las formas y las palabras que conformaron el discurso de Trillo en su comparecencia ante los medios no convence a este hombre que perdió a su hermano Santiago, capitán especializado en la desactivación de explosivos (Tedax). El hecho de que no les haya pedido perdón sigue enfureciéndole, a la vez que admite que «no es nada nuevo porque siempre fue así de impresentable con nosotros». «Es un chulo, no sé dónde está ese hombre religioso que dicen que es», matiza.

Es por ello que sigue defendiendo que Trillo «no debe incorporarse como letrado en el Consejo de Estado». «Ya sabemos que tiene una plaza, pero este señor no es digno de estar ahí de forma moral porque no representa a los españoles, al igual que no lo ha hecho como embajador porque somos mucho más decentes», recalca.

COSPEDAL

Aunque mantiene su solicitud de explicaciones al Gobierno de España, Gracia reconoce que «las cosas han cambiado para bien», incluso en el caso de Mariano Rajoy «porque ha pasado de despreciarnos al decir que el caso ya era sustanciado y que era un asunto del pasado y ahora se ha posicionado en la línea de la ministra de Defensa María Dolores de Cospedal». «O esta mujer tiene mucho poder o ha conseguido encandilarlos a todos, algo que agradezco», apostilla.

Asimismo señala que «tiene ganas» de ver qué explica en su comparecencia en el Congreso de los Diputados, si bien destaca su buena predisposición desde el primer momento. «Pedimos reunirnos y al día siguiente ya nos había contestado, por no decir que el hecho de que haya asumido el dictamen del Consejo de Estado es importante». «Han cambiado mucho las cosas», reconoce.

Gracia también quiere que se valore que estos acontecimientos «responden a la lucha diaria durante casi catorce años». «Hemos tenido que remover todo, teniendo al Estado obstaculizando la investigación». El fin de esta lucha aún no está escrito.