No pudo tener mejor guinda esta edición de la Feria de Andalucía de Zaragoza, la que hace el número 26, que acababa ayer en el parque de Torre Ramona de la capital aragonesa. Han sido diez días de intensas actividades que culminaron ayer con otra tradición de hondo calado (también, desde hace unos años, en tierras del Ebro).

Cientos de personas se sumaron a la romería que, con motivo de la festividad del Rocío, organiza la Casa de Andalucía de Zaragoza. Un largo camino que les llevó desde la sede de su hogar, situado en la calle Julio García Condoy del Actur (por si alguien quiere visitarlo), hasta la parroquia del Rocío, en el barrio de la Bombarda. Una romería urbana que llamó la atención de muchos curiosos a lo largo del camino, encantados de observar aquel pasar de volantes, palmas y trajes espectaculares (cada año, más), hilvanado con canciones y alegría.

Ya en su punto de destino, actuó el grupo Nostalgia Andaluza. Fue en una misa rociera que, cada vez, cuenta con más fieles. El final de la jornada llegó con la comida de hermandad, que se celebró, ya de regreso, en la caseta principal de la Feria de Andalucía. Un momento perfecto para poner la guinda a una jornada especial y a una feria que ha dado mucho de sí y en la que el tiempo ha acompañado de principio a fin.

Concursos de sevillanas, las tradicionales viandas de la feria (entre el pescaíto y el rebujito), actuaciones de grupos para todos los gustos y actos especiales (desde las sesiones dedicadas a los más mayores de la casa a la ofrenda de flores a la Virgen del Pilar) han vuelto a ser un excepcional reclamo para que estos diez días salieran a pedir de boca.

Tras la celebración del Rocío, la jornada en el recinto acabó ayer con actuaciones y, cómo no, con cierta nostalgia. El alumbrado se apagó hasta el año que viene. Hoy, ya falta un poco menos para que vuelva la fiesta.