—¿Qué opina de la polémica que ha generado su escultura y lo que dice la Coordinadora de Organizaciones Feministas de Zaragoza que debería representarse una mujer empoderada para salir del maltrato?

—Como escultor, lo primero que hice fue leerme las bases. En ellas ponía textualmente que era un memorial para «visibilizar esa problemática social y sensibilizar a la población sobre la lacra que supone este tipo de violencia». Las ideas que me vinieron fueron parecidas a la obra que presenté. Visualizar la problemática, de eso se trataba. Si en las bases hubiese puesto «solución a la problemática» hubiese hecho otra obra. Con esta escultura quise sensibilizar sobre la violencia, en cuanto la ves se te rompe el corazón. Insisto en que si las bases hubiesen reflejado lo que se dice ahora, «homenaje para alzar la voz y empoderar a la mujer», yo hubiese hecho otra obra. Esta escultura no hubiese sido elegida si hubiese puesto eso en las bases, pero es que tampoco la hubiese presentado. Las bases del concurso deberían reflejar lo que se pretendía y si se quería una mujer valiente que se enfrenta y se empodera hubiesen tenido otro sentido y la escultura hubiese sido otra, nada que ver con esta. Me ajusté a las bases porque todos los que se presentan a un concurso quieren ganar.

—¿Qué siente como artista, esta obra le ha dado más disgustos que alegrías?

—La escultura fue elegida por cuatro votos a favor y tres en contra. Si eso se traslada al resto de la población entiendo que haya gente que le guste y otros no. Aunque sí, podríamos decir que me ha dado más disgustos que alegrías, hasta la fecha. Pero espero que cuando esto se serene, será un orgullo.

—Se han recogido ya 4.752 firmas para que se retire la escultura y la iniciativa partió precisamente de un artista. ¿Se siente incomprendido como artista?

—Somos libres de dar la opinión y mientras no se haga anónimamente, lo respeto. Pero de todas formas, los que se quejan siempre son los que hacen más ruido. Hay mucha gente que me muestra su apoyo y que me dicen que les gusta la escultura, lo que pasa es que no son tan sonoros. Como artista no me siento incomprendido, no se ha cuestionado la parte artística, sino la imagen por lo que significa. Y eso es lo que se pretendía, mostrar el sentimiento de dolor y sufrimiento de las víctimas por el maltrato para ajustarse a las bases del concurso. Me gustaría que todos los que se muestran en contra y firman se leyesen esas bases.

—Para los que no se las han leído, intente explicar qué es lo que pretendía transmitir con esta escultura.

—Reflejar el sufrimiento de una mujer que sufre maltrato. Ese es el momento que refleja la obra. El hecho de que luego esa mujer se enfrente al problema y se empodere sería objeto de otra escultura. En esta se refleja la realidad del momento crítico en que la mujer sufre maltrato. Ese instante de reflexión en que se queda sola. Antes de que vea la solución.

—¿Por qué una mujer arrodillada?

—Porque la problemática es esa, la mujer que soporta el maltrato. Una obra de arte debe conmover, que llegue al corazón y que se entienda. Es un memorial que a primera vista llega y quise que se visualizase bien la problemática, tal como se pedía en las bases y hace hincapié en el momento del maltrato, en el hecho en sí mismo, para visualizarlo.

—Qué le parece el cartel explicativo que hay en la peana? ¿Lo escribió usted?

—A mi me lo pasaron ya redactado para que lo grabase y lo colocase. Yo lo acepté. En realidad el texto no es acorde a la escultura, pero lo admito, claro. Y repito que si ese texto se hubiese reflejado en las bases de la convocatoria yo hubiese presentado otra obra pues esta no habría sido elegida.

—Es un tema muy sensible…

Lo comprendo. Pero no estoy del todo de acuerdo en que una mujer empoderada sea lo que mejor refleje el problema del maltrato para que la sociedad lo conozca. Para que sepamos que hay mujeres que sufren, debemos visualizarlo. No mostrarlo es como no querer verlas.

—También hay polémica en el emplazamiento, pues está ubicada muy cerca de la placa en recuerdo de las víctimas del atentado de ETA de 1987 que ocurrió en ese lugar.

-Lo entiendo, pero en las bases del concurso quedaba reflejado el punto exacto donde se iba a colocar. En ningún momento pensé en eso, pues es el ayuntamiento quien decide.

—¿Le han propuesto desde el ayuntamiento cambiar el emplazamiento o modificar la obra?

En el diseño de la escultura tuve en cuenta el lugar donde iba a estar colocada y no sé si se podría cambiar ahora pero si el ayuntamiento lo plantea, yo lo estudiaría. Una vez adjudicado el premio me llamaron desde la concejalía de igualdad para ver si podía hacer alguna intervención y cambiar el sentido de la obra. Pero les dije que eso era muy difícil y no sería justo, pues nos habíamos presentado 20 escultores y si se realizase algún cambio también ellos podrían hacerlo. Además, los propios miembros del jurado se opondrían ya que la escultura que se había votado era esta. Así que era imposible cualquier cambio.

—¿Qué más podemos hacer frente al maltrato machista?

Hay que luchar. Hay que ayudar a todas las mujeres que sufren maltrato. Pero desde el primer momento, no esperar a que sean valientes. Me manifiesto totalmente en contra de los maltratadores e insisto en que hay que asistir a la mujer que sufre para que pueda enfrentarse al problema. Con esta escultura la sociedad puede ver lo que se esconde en esas casas donde todavía hay violencia machista.