La mañana comenzó desapacible. Pero ni la lluvia echó para atrás a miles de zaragozanos que, paraguas en mano, se echaron a la calle para disfrutar de los actos con los que la ciudad festejaba el día de su patrón, San Valero. La música, los gigantes y cabezudos, las actuaciones infantiles o la imponente presencia del Tragachicos fueron razones más que suficientes para que la plaza del Pilar se llenase de ciudadanos.

Bajo el chaparrón no dejaba de crecer, rodeando incluso la manzana, la fila de quienes aguardaban para entrar al ayuntamiento, en la ya tradicional jornada de puertas abiertas que se celebra cada 29 de enero. En total, llegaron a acceder 2.850 ciudadanos. La primera en ser recibida por Belloch fue la religiosa María Luisa Fernández. Navarra de 78 años, era su primer San Valero, pues acaba de mudarse a Zaragoza. Y salió encantada: "El alcalde es muy cercano", dijo.

Belloch recibió al primer grupo de ciudadanos, que accedió junto a María Luisa. Les mostró los pequeños tesoros de su despacho, como el famoso crucifijo que preside los plenos, y que tantas críticas le ha costado. "Con él he tenido de todo", reconoció. "¡Qué escondida tiene esta mesa, señor alcalde!", espetó Mari Carmen. Él le explicó que esa antigüedad "maciza y de nogal" pasó décadas abandonada a la intemperie en Juslibol, hasta que en el 2008 fue restaurada y llevada a su oficina.

En este grupo había cuatro ciudadanos más acostumbrados a mostrar la ciudad que a ser ellos los guiados. "Pero hoy hemos venido como civiles", bromearon Santiago y José, compañeros en el cuerpo municipal de voluntariado. "Conocemos de sobra el edificio, pero cada vez descubres algo nuevo", comentó Lola con Evelia. Fuera, el actor que encarna a San Valero en las visitas teatralizadas al ayuntamiento les dirigió unas palabras a los voluntarios para agradecerles su labor por la ciudad.

Mientras, el alcalde y los concejales que acudieron a misa en La Seo tuvieron que atravesar en procesión un pasillo formado por miembros de la plataforma Movimiento Hacia un Estado Laico (MHUEL). Con una peculiar versión del Bendita y alabada les echaron en cara que "los representantes públicos, cuando actúan como tales, no deben asistir a actos de marcado carácter confesional".

Fue el contrapunto a una jornada plagada de actividades que llenaron las calles de familias que, fieles a la costumbre, celebraron el día del patrón. Pero también de otras personas que quisieron conocer las tradiciones, como los muchos estudiantes de Erasmus que se dejaron caer por la plaza del Pilar para celebrar un San Valero que, lejos de ser ventorlero, estuvo pasado por agua.