El juicio celebrado en Teruel contra Francis Franco, nieto del dictador, y un antiguo guarda de caza que trabajaba para él, Silviu Nicolae R., quedó ayer visto para sentencia sin que las partes modificaran sus conclusiones.

El fiscal siguió pidiendo seis años de prisión para Franco y dos para el coacusado. Al primero le imputó un atentado contra la autoridad, conducción temeraria y daños, mientras que para el segundo mantuvo la imputación de atentado. Sin embargo, el ministerio público retiró una falta de lesiones para el primero de ambos, sin repercusión en la petición de pena, por considerar que este supuesto se ha despenalizado.

La acusación particular, ejercida por Carlos Muñoz en nombre del guardia civil que resultó herido, solicitó, por su parte, cuatro años para Silviu Nicolae R. Su abogado defensor, Roberto Gallego, señaló que el imputado «no se hallaba en el lugar de los hechos» y pidió su libre absolución.

Además, destacó que los propios agentes de la Benemérita declararon en la primera sesión de la vista oral que el gesto que Silviu hizo, supuestamente, con la escopeta de caza no fue para encañonarles sino para enfundarla.

La abogada de Franco, Laura Maniega, solicitó la absolución de su cliente y subrayó que, como habían manifestado varios testigos, el día de los hechos, el 30 de abril del 2012, se hallaba en Madrid.

Además se realizó una prueba pericial, a iniciativa de la defensa, en la que un experto trató de invalidar el hecho de que diversas antenas de telefonía ubicadas en la zona de los hechos habían detectado llamadas del móvil de Francis Franco.

El perito explicó que, a raíz de un estudio realizado, las señales detectadas procedían de una tablet que se hallaba en el Toyota que perseguía la Guardia Civil. Se trató, dijo, de varias navegaciones en internet y de una sola llamada, sobre las 11.30 horas, que no obtuvo respuesta. La tablet es propiedad de una empresa vinculada al principal acusado, que declaró que su móvil se quedó cargando en su finca cinegética de Aranda de Moncayo.

Por otro lado, un agente atestiguó sobre la inspección ocular en el lugar donde se produjo la colisión entre el Toyota de Franco y el RAV 4 de sus perseguidores, cerca de Ferreruela, en la comarca de Calamocha.