El centro de atención a menores que la Fundación Salud y Comunidad y la asociación Lagunduz gestionan en Ateca sufrió el pasado 31 de octubre, con apenas un mes de funcionamiento, un «motín» por parte de cuatro de sus residentes, de entre 15 y 16 años, que acabó con destrozos inicialmente valorados en unos 10.000 euros. Según se ha conocido casi 4 meses después, fruto de ellos, y de otros episodios posteriores, tres de niños han ingresado preventivamente en el reformatorio zaragozano de Juslibol, a la espera de responder por ello en un proceso judicial. También lo harán por las agresiones al personal del centro e incluso a la Guardia Civil, a cuyos informes pertenece el apelativo de «motín», según ha sabido EL PERIÓDICO.

El incidente se produjo en torno a las 23.00 horas del pasado 31 de octubre, al parecer por una discusión ante las reiteradas llamadas a algunos de estos menores a que se fuesen cada uno a su habitación. Los requerimientos de los educadores a tres de los menores llevaban repitiéndose desde las 21.30 horas, y finalmente la situación se caldeó hasta que se inició la revuelta.

En ella, alguno de los menores amenazó al personal, otro intentó huir (son de régimen abierto, pero también son su alojamiento) y alguno amenazó con autolesionarse. De los insultos y amenazas pasaron a los hechos, y se armaron de patas de mesas arrancadas, palos de escoba y otras herramientas para atacar al personal. Paralelamente, prendieron un par de colchones, que obligaron a actuar a los bomberos de la Diputación Provincial de Zaragoza, y según descubrieron luego también lo habían intentado con un sofá y unas cortinas, que afortunadamente eran ignífugas.

La situación violenta sobrepasó al personal, que requirió la presencia de la Guardia Civil. Ni siquiera esta logró hacerse con el control con la llegada de la primera patrulla, de hecho una de las menores aprovechó la confusión para arrebatar la defensa (porra) a uno de los agentes y golpearle con ella a este.

Finalmente tuvieron que acudir cuatro patrullas de los puestos cercanos y se hicieron con la situación con el arresto de los cuatro menores, protagonistas del «motín». El balance de este fue de unos daños inicialmente estimados en 10.000 euros, y varios educadores y un agente con lesiones, todas de carácter leve.

DESTROZOS

Tras prestar declaración por los presuntos delitos de daños, atentado, resistencia y desobediencia a la autoridad y amenazas, entre otros, los jóvenes volvieron al centro, y algunos de ellos volvieron a protagonizar episodios violentos, de menor intensidad, en días sucesivos a estos acontecimientos, desde amenazas a rotura de mobiliario o el destrozo de un despacho, valorado en otros 1.100 euros inicialmente. Ante la reiteración, a finales de noviembre Del año pasado tres de ellos fueron enviados al centro de reforma de Juslibol, en Zaragoza, donde esperan la celebración de la vista. El caso están en manos de la Fiscalía de Menores, y se espera que no tarde mucho en resolverse, ya que la jurisdicción es especialmente rápida para no perjudicar más a los intereses de los menores. Estos centros, según explicaron fuentes del sector, se encargan de atender a menores con dificultades de adaptación social o familiar, como figura en la propia página web de la fundación.

Se trata de menores con situaciones familiares graves, que requieren un tratamiento lo más personalizado posible en centros de pequeño tamaño, como son estos. Pese a la profesionalidad de los educadores, en ocasiones resulta imposible hacerse con ellos y se impone la medida restrictiva del reformatorio, aunque se pongan todos los medios para evitarlo, indicaron las mismas fuentes. Recientemente, el Instituto Aragonés de Servicios Sociales ha puesto en marcha un proceso de reorganización de los centros de protección. Entre las medidas, se incluye el cierre del polémico Centro de Observación y Acogida (COA), en Zaragoza, tras reconocer que esta residencia «no cumplía con los requisitos de las nuevas necesidades».