Una operación de Vigilancia Aduanera intervino un alijo de casi cinco kilos de cocaína de cerca del 80% de pureza que llegaron al aeropuerto de Zaragoza ocultos en los polipastos o motores de cinco grúas enviadas desde Panamá. La droga podría haber alcanzado en el mercado negro un precio de 161.965 euros, según la Fiscalía, que pidió ayer en la Audiencia sendas condenas de siete años y medio de prisión y 300.000 euros de multa para los dos acusados, cuyas defensas, ejercidas por los penalistas Javier Notivoli y Ana Herrando, solicitaron la absolución.

El cargamento llegó con Said Hasni como destinatario, si bien los responsables de la empresa que debía entregar el paquete declinó dárselo a una persona que se presentó bajo esa identidad al apreciar alguna anomalía en la documentación que les mostró. Eso era el 17 de marzo del año pasado.

Al día siguiente, Vigilancia Aduanera retiró con autorización judicial las grúas y las entregó en la Delegación de Sanidad al tiempo que sustituía por otros los paquetes enviados desde Panamá.

ENTREGA Un día más tarde, los aduaneros detenían a un vecino de Fuentes de Ebro que se había presentado a recoger el cargamento con una autorización firmada por un marroquí cuyo apellido coincidía con el del destinatario en las tres primeras y en las dos últimas letras, aunque aquel tenía en medio de la palabra tres más que no iban en el del receptor. Tampoco su número de identificación --aportó una fotocopia del NIE-- casaba con el del receptor oficial de las grúas.

¿Y cómo es que, siendo un envío bajo control judicial, la empresa de mercancías se lo entregó a alguien autorizado por una persona que no era el destinatario? Esa decisión, según un miembro de Vigilancia Aduanera que participó en el dispositivo, la tomó "un operario". El marroquí aseguró que no sabía nada del envío y que se enteró de que su nombre aparecía por ahí dos meses después, el 7 de mayo.

Su compañero de banquillo, J. A. F. G., fue quien puso en contacto a un ciudadano de origen iberoamericano que inicialmente se había dirigido a él con un amigo suyo de Fuentes de Ebro que estaba en paro y que finalmente fue --con la autorización a nombre del marroquí-- a recoger el cargamento a cambio de 500 euros y, según dijo, sin saber qué contenía.