Una semana después de que las grietas y el derrumbe de parte de la vía obligasen a cerrar la N-330 en el puerto del Monrepós, la conexión pirenaica fue reabierta ayer, tras seis días de trabajo ininterrumpido por parte de un equipo de 20 personas, en tres turnos.

En tan exiguo periodo han construido una vía de 300 metros de largo y 10 de ancho, con doble carril, que discurre paralela a la vía derrumbada y permite, desde las 16.00 horas de ayer, el paso de todo tipo de vehículos. Un trabajo que mereció elogios no solo de sus responsables, como el director general de Carreteras, Jorge Urrecho, sino de las autoridades del Gobierno de Aragón, como el presidente Javier Lambán y el consejero de Vertebración del Territorio José Luis Soro.

Este no acudió ayer al acto de reapertura, por problemas de agenda, pero no faltaron el citado Urrecho, el delegado del Gobierno en Aragón, Gustavo Alcalde, la subdelegada oscense, Teresa Lacruz, o los responsables de Fomento en Aragón (Rafael López Guarga) y Huesca (Ignacio García), entre otros.

La certificación del final de las obras llegó incluso antes de lo que había vaticinado el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, que lo situaba hoy. «Nuestra prioridad era conectar lo antes posible esta carretera tan importante para Aragón», explicaba Urrecho, minutos antes de que comenzasen a pasar de nuevo los vehículos. «Era el objetivo, dado que además el lunes es fiesta en la comunidad», añadió. Por ello, «desde el mismo viernes» en el que ocurrió el derrumbe, los técnicos de Fomento y el Gedex (laboratorio de análisis ministerial), junto con los de la empresa constructora, comenzaron a evaluar la situación.

Optaron por realizar un desmonte (retirada de tierras) en la zona superior de la ladera, a pocos metros, tanto de distancia como de altura, de la parte de la carretera derrumbada, en paralelo a esta. Trescientos metros lineales de asfalto asentados sobre terreno estabilizado, para los que no solo se ha tenido que retirar la tierra sino construir una escollera lateral con drenajes para el agua, que ayer aún rezumaba sobre el asfalto, viscoso en los arcenes. Quedan «algunas actuaciones» que hacer en esta vía provisional, pero nada que impida circular, con limitación de velocidad, a todo tipo de vehículos, aclaró.

Urrecho afirmó que la seguridad está «garantizada», pese a la cercanía del terreno con el que sufrió el derrumbe, porque se han colocado «micropilotes» para dar estabilidad al mismo. La seguridad también estaba garantizada en el proyecto inicial, explicó a los medios, pero no se contaba con la lluvia y la nieve acumulada a lo largo de este último temporal. Pese a ser un puerto de montaña.

En cualquier caso, y para extremar la precaución, Urrecho afirmó que se va a revisar todo el tramo de las obras en la zona del derrumbe, en las inmediaciones de Arguis, y también otras del puerto de Monrepós para cerciorarse de que no hay más zonas que corran riesgo de desestabilizarse y causar deslizamientos de tierra como el ocurrido. Todo mientras se busca una solución permanente a este tramo.