Seis días después de que Víctor Láinez fuera brutalmente agredido en el bar El Tocadiscos de Zaragoza, el sospechoso de su muerte, Rodrigo Lanza, presentaba cinco lesiones distintas en la mano derecha, especialmente en sus nudillos. Así lo señalan los forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) en un informe al que ha tenido acceso EL PERIÓDICO.

Estos especialistas señalan que «la intensidad» de dichas heridas «no son compatibles en intensidad con las fuerzas dinámicas necesarias que se requieren para provocar las heridas mortales en el fallecido». De hecho, apuntan a que Lanza tuvo de haber empleado algún objeto «con relieves metálicos o de dureza similar (pendientes, collares, etcétera)», si bien señala que dicho instrumento no ha sido localizado.

Este análisis pone en tela de juicio la versión del propio Rodrigo Lanza, quien señaló durante su declaración ante la jueza de guardia que no había empleado objeto alguno, mientras que uno de los testigos sí habló de la posibilidad de que el antisistema hubiera empleado un «objeto contundente». El análisis realizado en el IMLA llegó ayer al Juzgado de Instrucción número 3 de Zaragoza, día en el que su magistrada llamó a declarar, en calidad de testigo, a dos amigas de Rodrigo Lanza. Ambas coincidieron en resaltar que no vieron que Víctor Láinez empleara una navaja para amedrentar o amenazar a Lanza y que el primer encontronazo entre los dos hombres fue claramente por una cuestión ideológica. Y es que cuando entraron al establecimiento y vieron a la víctima «comentamos algo así como que ese señor en otras ocasiones llevaba una vestimenta que hacía pensar que era de ideología falangista. Se habló que llevaba tirantes con los colores de la bandera de España, pero haciendo referencia a ocasiones anteriores, no que en ese momento los llevara», señaló ante la jueza una de estas jóvenes.

ACTITUD DE BOXEO

De las dos declaraciones resalta especialmente la realizada por una de ellas, quien señaló que vio a Víctor Láinez «en actitud de boxeo» frente a Rodrigo Lanza. «Cuando estaban enzarzados, la víctima tenía los puños cerrados, se le veía las manos desde el primer momento», apuntó. De esta forma, esta mujer descartó el supuesto empleo de una navaja por parte del fallecido, tal y como apuntó Rodrigo Lanza en su versión judicial encaminada a la defensa propia. Dicha arma blanca nunca apareció en el lugar de los hechos ni el resto de testigos, salvo un amigo del investigado, la observó.

De hecho, ese conocido de Lanza, Pablo M. G. todavía no ha sido citado a declarar por la instructora. Inicialmente iba a hacerlo como testigo, si bien el abogado de la familia, Juan Carlos Macarrón, lo recurrió y pidió que fuera como investigado. Ahora la jueza lo está estudiando.