La tercera jornada del juicio por el asesinato del recluso A. J. H., en febrero del año pasado en la prisión de Zuera, contó con el testimonio de los forenses que le practicaron la autopsia, que expusieron su absoluta seguridad en que el pinchazo mortal en el corazón que le propinó uno de los acusados, Santiago D. C., fue por sorpresa, mientras la víctima estaba tumbada "y relajada". Los peritos aportados por la defensa del joven, exforenses del Instituto de Medicina Legal de Andalucía, apoyaron sin embargo la versión contraria, que la herida coincide con un ataque en un forcejeo.

Los forenses expusieron ante el jurado que las características de la herida, con bordes regulares, cuadran con un ataque desde arriba, "con fuerza". El pincho carcelario habría penetrado hacia la cuarta costilla y, desviado por esta --en la que dejó una muesca--, hirió el corazón.

El pinchazo rasgó un músculo, con lo que provocó una hemorragia interna que "lentamente" fue llenando de sangre el pericardio --"una especie de bolsa de plástico que envuelve el corazón"--, hasta que este no pudo bombear.

Para los forenses, este lento desangramiento explicaría que la víctima pudiera forcejear para evitar nuevos ataques, provocándose heridas defensivas en mano, muslo y pie, mientras el atacante solo tenía una en la mano. Heridas de bordes rasgados, que indicarían "movimiento" y serían compatibles con que el agresor venciera al corpulento A. J. H.

PAPIROFLEXIA Los forenses usaron un papel para que el jurado, en una muestra interactiva, comprobara la diferencia entre atacar un folio quieto --agujero redondo-- y uno en movimiento, rasgado. También para ilustrar cómo cambiaba la trayectoria del boli al chocar con un libro que ejercía de costilla. Sin embargo, los peritos de la defensa discreparon de la analogía con la piel.

Aseguraron que la forma exterior de las heridas "no tiene que ver para nada" con el movimiento, y que la trayectoria ascendente de la herida mortal no encajaría con un choque en la costilla --pese a la muesca--, sino con un ataque en un forcejeo, aunque el agresor estuviera encima. Para los peritos andaluces no tiene "lógica" que la víctima se resistiera tanto con el corazón dañado.

COMPAÑERO En la declaración de los presos, el vecino de celda de la víctima relató cómo, cuando entró a buscarle para bajar al patio, le vio "tirado, medio en la cama medio en el suelo", y a Santiago D. C. golpeándole. Cuando iba a ayudarle, "el canario" --Luis Rogelio V. M., el otro acusado--, le sacó tirándole del jersey y le dijo "algo así como que era uno contra uno". Otro de los presos, ante la insistencia de un letrado en su tratamiento con metadona, espetó: "De facultades cognoscitivas bien, pero estoy hasta los huevos de estar en la cárcel".