La repetición del juicio por la muerte de Robert Racolti de un tiro en la cabeza descerrajado por Francisco José Canela Grima, ocurrido en enero del 2016 en Ricla, quedó ayer visto para veredicto del jurado. En la última sesión del juicio, tanto los forenses como los peritos y la Guardia Civil destacaron que hay determinados signos en la escena, en el cadáver y en el acusado que hacen pensar que hubo una pelea previa al crimen.

Una situación que fue resaltada por todos ellos, aunque a diferentes niveles. De hecho, generó enfado en las abogadas de la defensa, Soraya Laborda y Laura Vela, quienes lamentaron que «algunos hayan ido aleccionados» ante la repetición del juicio. Dejaron entrever que no les gustó que Canela Grima fuera condenado a 4 años de prisión, después de que el jurado considerara que fue un homicidio imprudente y que actuó en una situación de miedo insuperable, bajo los efectos del alcohol y que confesó. El Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA) echó atrás ese resultado por entender que no estuvo lo suficientemente motivado el fallo.

Los guardias civiles que realizaron la inspección ocular del escenario del crimen destacaron que en el suelo estaban las gafas partidas de Canela y que su chaqueta estaba rasgada. Por su parte, los especialistas del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) indicaron que en las manos de la víctima había una marca de cremallera. Esta coincidiría con la sudadera de Canela.

Sobre cómo se produjo el crimen, los forenses mantuvieron la hipótesis de la Guardia Civil, que considera que Racolti estaba «agachado» cuando recibió el tiro en la cabeza. Se basaron en el orificio de entrada y salida de la bala en el cráneo y en las salpicaduras de sangre. Una conclusión que fue puesta en entredicho por los peritos, quienes añadieron que una persona de la complexión física de Racolti «hace imposible» esta posibilidad. Añadieron los problemas con el alcohol de Canela, que se enfrenta a 25 años de prisión.