La comparación de la adicción al tabaco con una felación forzada, utilizada en una campaña publicitaria de la asociación Derechos de los No Fumadores, sembró ayer el escándalo en Francia. La imagen --que muestra a unos adolescentes con un cigarrillo en los labios en posición de practicar sexo oral con un adulto, junto a la frase "fumar es ser esclavo del tabaco"-- alcanzó el objetivo de sacudir a la opinión pública. Pero la provocación llevada al extremo también ha generado un efecto de rechazo, encabezado por el propio Gobierno francés.

´ULTRAJE PÚBLICO AL PUDOR´

Indignada, la secretaria de Estado para la Familia, Nadine Morano, anunció que pedirá la prohibición de la campaña por considerar que supone un "ultraje público al pudor". "Esta sugestión me parece intolerante", clamó Morano, mientras la ministra de Sanidad, Roselyne Bachelot, la juzgó "inapropiada".

Para el presidente de la Oficina de Prevención del Tabaquismo, Bertrand Dautzenberg, los espots son contraproducentes: "Escandalizan a los adultos sin dar miedo a los adolescentes".

La campaña pretende atajar el incremento del consumo de tabaco entre los jóvenes, en los que no ha hecho mella la ley que, desde el 2008, prohíbe fumar en los espacios públicos. Aunque la norma ha hecho bajar ligeramente el consumo general de tabaco en Francia, no ha funcionado entre los adolescentes: el consumo a los 16 años subió del 14% al 18% del año 2008 al 2009, y a los 17 años creció del 20% al 22%.

Pese a las críticas, el presidente de la asociación promotora de la campaña, Gérard Audureau, se negó a retirar los anuncios, que en televisión son reemplazados por un espot también impactante. Se trata de una reunión de directivos de una empresa que discuten la manera de desembarazarse de sus residuos tóxicos y deciden inocularlos en pequeñas dosis a la población.

"Podemos empezar por los jóvenes vendiéndolo como algo rebelde y enrollado", dice un ejecutivo. "¿Cuánto nos costará?", pregunta el jefe. "Nada, los jóvenes están dispuestos a pagar por esta mierda", responde el supuesto ideólogo del cigarrillo, cuyos componentes tóxicos aparecen impresos en la pantalla.