--¿Cómo lleva su posición en el grupo parlamentario? En ocho meses ha pasado de ser el presidente de las Cortes a entrar casi de rebote en la Cámara tras la salida de varios diputados que le precedían en la candidatura.

--Es una consecuencia de tener por mi parte quizás una postura institucional en exceso. El papel lo requería y estos últimos tiempos he estado bastante alejado de la vida orgánica del partido. Quizás eso me llevó al revolcón que se me dio. Algunos no entendieron el papel institucional que debía adoptar. Luego lo enmendaron de aquellas maneras. Como me ha tocado vivir todas las situaciones posibles, lo entiendo, pero no es muy lógico ni rentable desde el punto de vista electoral lo que hicieron, aunque está pasado. Además, no había argumentos políticos contundentes para relegarme.

--Pero está dolido.

--Tengo la vanidad más que satisfecha y la satisfacción de haber contribuido de manera destacada al asentamiento institucional de las Cortes en la comunidad. Soy ya un experimentado político y procuro que los disgustos me afecten lo menos posible. Más que enfadado, a veces tienes estupor y hasta dolor. ¿Tan mal me explico para que me entiendan así? Pero todo está en su sitio y mi trayectoria es lo suficientemente dilatada como para que sea un honor ser un diputado de la tercera fila. Con toda la dignidad de la tercera fila, que es igual que la primera aunque con menos protagonismo. Un protagonismo que no deseo, por otra parte.

--¿Cómo ve al grupo socialista en las Cortes?

--En situación de provisionalidad. Estamos a la espera de un congreso federal y regional que deben definir las cosas. Desde la consciencia de que el grupo parlamentario, especialmente en la oposición, tiene una relevancia extraordinaria. Es el principal altavoz que tenemos para expresar nuestra postura. La gestión en los ayuntamientos, especialmente en Zaragoza, tienen su entidad propia, pero la acción política está en el parlamento.

--¿Qué puede aportar usted al grupo?

--Mi aportación, especialmente después del congreso está clara. Pero a veces querer participar puede ser interpretado como un afán de tener un foco mediático. No es mi pretensión, pero mis compañeros saben que estoy a su disposición.

--¿Cómo ve a la presidenta del grupo, Eva Almunia?

--Su papel está un poco deslavazado. Ha pasado muy pronto de ser la presidenta autonómica in pectore de los socialistas a tener un papel discreto. Tiene su relevancia porque hace las preguntas a la presidenta de Aragón, que no es poco, pero Almunia es también fruto de los avatares internos del partido. Toda la vida orgánica está en revisión y habrá que ver cómo se sale de esta situación. Habrá una reasignación de funciones en cuanto terminen los congresos y eso tendrá su traslado especialmente en el grupo.

--¿La ve todavía como una posible aspirante líder del partido?

--No tengo noticias, pero creo que habiendo habido apuestas diferentes por las candidaturas a la secretaría general del PSOE, eso traerá causa y efecto en función de quién salga elegido en Ferraz.

--¿Tiene algún preferido?

--No tengo duda. La solidez, la experiencia y la valentía de Rubalcaba no tiene parangón ni rival. Si desde la otra opción se pide cambio, quien lo puede garantizar es Rubalcaba dada su personalidad y capacidad. Chacón es un producto de la hégira de Zapatero, de las relaciones de este con Cataluña y de las relaciones con su entorno personal.

--O sea, que su opinión respecto a Chacón no es muy favorable...

--Lo digo con respeto y considerando que Chacón aporta elementos de reflexión y debate. Esto viene muy bien en una sociedad tan poco acostumbrada a estas cosas.

--¿Tiene algún candidato para Aragón?

--En Aragón todo está muy lanzado. La improvisación no es factible y no da resultados prácticos positivos. El ejemplo es que Zapatero salió elegido en un congreso cuando aparentemente nadie quería que fuera así. Aquí hace tiempo que las posibilidades de Lambán se aprecian como las más capaces de transformarse en realidad. A veces pienso que en el discreto proceso negociador que se está llevando en el partido no se es consciente de que es muy difícil generar una alternativa capaz de llegar a la secretaría general de Aragón sin contar con Lambán. A veces me produce cierta sorpresa ver la facilidad con la que negocia con compañeros que hasta hace poco no tenían un alto juicio de sus capacidades.

--¿Ve a Lambán como el mejor sucesor de Iglesias?

--No soy muy objetivo porque tengo una ya larga relación personal con él. Tiene cualidades desconocidas para la mayoría de la militancia. Ha restringido mucho su actuación a los límites de Zaragoza y la diputación, pero tiene la visión política suficiente para liderar este partido si lo quieren los militantes.

--¿Usted jugará algún papel en una posible candidatura?

--No, no. Después de 12 años de gobierno, el PSOE tiene que poner a punto mecanismos cuasi olvidados. Cuando se presume de los liderazgos y se sostienen por un respaldo electoral notable, también hay que ser consecuente cuando se pierde por dos veces consecutivas. Si el liderazgo servía para justificar una cohesión que a veces limitaba la discusión, ahora hay que apresurarse a volver al debate y ser consecuente.

--¿Qué balance hace de los 12 años de gobierno de Iglesias?

--Hay dos etapas en la vida del presidente Iglesias. Los seis o siete primeros años, con el gran mérito de haber pacificado el PSOE aragonés y habernos llevado tres veces al gobierno con resultados notables. Luego hubo cuatro o cinco años con un desastroso final, que no es únicamente responsabilidad suya. La crisis lo transforma todo, mediatiza su proyecto de relevo y la relación con el socio no se sabe afrontar con la valentía suficiente como para haberlo puesto en su sitio. Eso ha producido un final amargo. Tantos años de cohesión sin discusión porque el buen gobierno estaba avalado por los resultados electorales han pasado factura y ahora es necesario que la reorganización sea profunda.

--¿Por qué cree que se llegó a ese desastroso final que dice?

--Uno de los hándicaps de Iglesias es su entorno. Han utilizado demasiado el nombre de Dios en vano, con un grado de autarquía que lo ha pagado y lo sigue pagando Iglesias.

--¿Cuándo debían haber roto con el PAR?

--Mucho antes de que se reuniera con Rajoy. Cuando sus asuntos generaban ya muchos problemas al Gobierno. Algunos nos dábamos cuenta, el propio Iglesias también. Pero hubo otra gente que no tenía interés en romper con ellos. A mí hay cosas que me preocupan de este personaje.

--Entiendo que se refiere al presidente del PAR, José Ángel Biel

-- Hay algo clarísimo: un jefe de facción no puede arbitrar la pelea entre las facciones. Ni aquí ni en ninguna democracia que se precie de serlo. Su pragmatismo, por llamarlo piadosamente, lo define en una frase de su cosecha: él piensa que es posible estar en misa y repicando, todo depende de la longitud del badajo. Por eso necesita protagonismo. Hay cosas que molestan a los propios sentimientos institucionales y hasta patrióticos. A los pocos días de que un SEAL (tirador de élite) asesinara a Bin Laden, le preguntaron si presidiría las Cortes. Con escándalo, respondió: "¿Yo, un marine, un SEAL, voy a ocuparme de la intendencia? ¡Por favor!"

--¿Cómo fue el traspaso de poderes?

--¿Cuál? Duró cinco minutos.

--¿Cómo ve a Rudi?

--Me sorprende que todavía no se escandalicen ni la prensa ni los políticos de cómo demonios se puede ser crítico con tan poca vergüenza con el gobierno anterior cuando la mayoría de desmanes los cometió el socio que ahora te permite gobernar. No tienen programa, ni ilusión, no hay un duro y no saben captarlo de dónde pueden. Yo sé el plan de Rudi: no hacer nada. Me acuerdo mucho de las maceticas que puso cuando fue alcaldesa de Zaragoza. Y mientras, busca a ver qué consejero tiene para echar porquería y sembrar dudas. Es una forma lamentable de gobernar.

--Con el apoyo de su exsocio.

--Él filtraba interesadamente sus dificultades de entendimiento con Rudi y en 24 horas se echó amorosamente a sus brazos. Por eso digo que el final de la etapa de Iglesias es un pequeño desastre. No solo no le sale su relevo porque se le complica con la crisis y la sucesión que se había medio resuelto sale mal y ahora vemos a la presidenta que sale a la tribuna como si estuviera en la oposición. El personaje se las trae. Ha pasado de cafés amorosos con Iglesias a una pasión de un furor increíble hacia Rudi. Quizás sea una muestra de su capacidad de teatro, porque yo recuerdo cuando insinuaba que era muy difícil que se llevara bien con Rudi.

--¿Qué le parece el rumbo que está tomando el gobierno?

--Es lamentable, me da vergüenza ajena ver cómo saca pecho Rudi en la tribuna cuando ha hecho el ridículo retirando unos presupuestos por una crisis de gobierno que ni ve ni controla. No se entera y encima saca pecho como si estuviera en un mítin electoral lleno de demagogia. Ninguno de sus consejeros ofrece nada. Su talante se define cuando su consejero de Hacienda le da como explicación para marcharse que es más necesario en Madrid que en Aragón. ¿Eso lo puede aceptar un líder? Y se traga lo que le dice el ideológo de FAES, que fue un divertimento en las Cortes de Aragón, un liberal absolutamente trasnochado. Un gran animador parlamentario y necesario, pero poco más. Y ahora ya no tienen ni eso. Se han quedado sin nada.