Prepara oposiciones y lleva adelante una segunda carrera. Quiere estudiar los domingos. Y los festivos. Pero es difícil. Sólo dispone de una sala de lectura en la Universidad de Zaragoza, un servicio insuficiente y deficiente.

Sólo pretendo tener derecho a ir a una biblioteca cuando quiera, también en domingo, aunque esté yo solo. No será rentable, pero este tipo de servicio público no tiene por qué serlo". Francisco Muñoz estudia. También los sábados y los domingos. También los festivos. Y la oferta de espacios y medios con que se encuentra es "insuficiente y deficiente". Apenas una sala de lectura en toda la Universidad de Zaragoza y ninguna biblioteca. Pasarse un rato en una fila para disponer de una mesa y un enchufe y salir a comer algo sabiendo que se puede quedar sin ambos no es, ni mucho menos, tenerlo fácil.

Las bibliotecas de la Universidad de Zaragoza abren a diario, incluidos los sábados por la mañana. El resto del fin de semana y los festivos están cerradas. Nada de préstamos de libros, nada de consultas bibliográficas y nada de sitios para colocar apuntes.

En el campus de la plaza de San Francisco está abierta prácticamente todo el año la sala de lectura de la facultad de Filosofía, lo que significa que los domingos y los festivos hay un lugar para estudiar de nueve de la mañana a dos de la madrugada. En época de exámenes, hay abiertas todo el sábado otras dos salas de lectura, en el CPS del Actur y en la facultad de Económicas.

La oferta resulta escasa para alguien que, como Francisco Muñoz, quiere estudiar el máximo número de horas posible. "El domingo no es el día de la resaca; yo quiero estudiar", explica. En casa no puede, demasiada gente. Así que acude a la sala de lectura de Filosofía, "un espacio que se queda corto y en el que no hay préstamo ni consulta de libros. Y eso a pesar de que muchas veces necesitas obras que no tienes en casa porque son muy caras".

Hay 30.000 estudiantes universitarios, a los que se unen --por lo que se refiere al uso de bibliotecas y salas de lectura-- estudiantes de enseñanzas medias y opositores. Un número muy elevado de usuarios potenciales que se encuentran, los domingos y festivos, con un espacio mínimo. Francisco pone un ejemplo: "El último domingo llegué a las ocho y media y había fila para entrar en la sala. Tuvimos que esperar fuera de la facultad hasta que abrió, porque la persona encargada de controlar el acceso llega a las nueve. Ni siquiera puedes resguardarte del fresco".

Quedarse sin sitio

Parece extraño madrugar para hacer fila y tener un sitio en ese espacio de lectura. Pero es que no sólo hay que coger mesa. También conviene tener acceso a algún enchufe para el ordenador. Y en época de exámenes las carencias se notan mucho más. "En diciembre, tuve un problema porque después de madrugar y coger sitio, salí a la hora de comer. Al regresar, alguien había quitado mis cosas de la mesa y se había sentado. Resulta que hay un cartel que da derecho a hacer eso si pasan 20 minutos desde que has dejado el sitio. Pero ¿no puedes parar ni para comer? No me iba a pelear con los que llegaron, así que esa tarde me tuve que ir sin estudiar".

Francisco Muñoz es licenciado en Historia. Ahora estudia Trabajo Social y prepara oposiciones. Trabaja sólo los fines de semana por la tarde; así que quiere estudiar sábados y domingos por la mañana, además de hacerlo de lunes a viernes. Pero las limitaciones son muchas. Por no hablar de las carencias de los servicios que hay. "Los fines de semana sólo abren un aseo que se convierte en mixto. No se limpia y está todo bastante sucio. Y cuando hace calor es peor, porque la sala sólo tiene ventiladores y debes sufrir altas temperaturas, olores y suciedad".

Todo esto, sostiene el joven zaragozano, no es propio de una ciudad con aspiración universitaria, que busca un ocio alternativo para jóvenes y que quiere gastar "un montón de dinero en un campo de fútbol para un club privado". Francisco no quiere hacer demagogia con ese deporte: es socio del Real Zaragoza y le gustaría que tuviera "el mejor estadio del mundo". Tampoco quiere buscar culpables ni cargar las tintas sobre la universidad. Sólo compara para argumentar que la capital debería contar con varias bibliotecas abiertas en domingos y festivos. "No debe ser tan caro mantenerlas. Pero aunque se pierda dinero, estaría bien empleado. Aunque fuéramos pocos usuarios. Sucede lo mismo con los museos; algunos tienen muy pocas visitas, pero nadie cuestiona que estén abiertos", señala.