Francisco Ureta, ingeniero, piloto de motos profesional e incluso especialista de cine en este ámbito, sufrió un accidente en febrero del 2008 en la rotonda de la Z-40 que le dejó postrado en una silla de ruedas. Desde entonces, como delegado de la asociación para el estudio de la lesión medular espinal (Aesleme) en Aragón, recorre colegios alertando e instruyendo sobre seguridad vial. Esta semana lo hizo ante estudiantes de Medicina en los Seminarios Biomédicos.

--¿Qué le lleva a instruir a futuros médicos en el tratamiento de su enfermedad?

--Es la cuarta intervención de este tipo que hago para personal sanitario, pero la primera para doctores. La idea surgió en un congreso médico, cuando me di cuenta de que entre los ponentes faltaba la pieza clave del proceso, un paciente de larga estancia como yo.

--¿Qué han de aprender?

--La ponencia trata del estado emocional, y es el fondo del asunto. Las personas que más aprecio en mi vida son las que me atendieron tras el accidente, desde el primer sanitario al último rehabilitador, pasando por el cirujano, pero no por ello dejo de ser crítico. Tras una lesión medular tienes dos vidas, las de antes y después del accidente, y la nueva es diferente, terrible. Lo que era un problema es una tontería y lo que era una tontería, andar o ir al baño solo, ahora es una montaña. Eres como un bebé, aunque un bebé que sabe mucho. No controlas las heces, te tienen que sondar, no sientes tu cuerpo...

--¿Y no lo tienen en cuenta?

--La parte física sí, pero hay que empatizar, tomar en consideración la parte psicológica, es más de la mitad del problema. Por ejemplo, si encuentran ese anclaje emocional se les ocurrirá que tienen que recomendarle pautas para cuando llegue a casa, y salga del entorno controlado del hospital. Es una preparación terrible que no se realiza.

--¿Falta entonces atención?

--Tampoco se trata de sobreproteger al paciente, pero a lo mejor necesita más cariño que cuidados.

--¿Usted también ha notado los recortes en su asociación?

--Tremendamente, nos han recortado el presupuesto --mitad público-- un 60%. Tengo 49 personas en la asociación y con esto no puedo cumplir mis dos objetivos: que no venga nadie más y cuidar a los que ya están. No podemos comprar sillas ni nada, y hay gente que tiene que bajar a rastras cuatro pisos.

--¿Tampoco tienen dinero para la prevención?

--Como ingeniero, le he dado mil vueltas a mi accidente, analizándolo técnicamente, y he llegado a la conclusión de que el que me dejó en la silla solo podría haberlo evitado si hubiese sido consciente de que esa maniobra era peligrosa. El accidente solo se evita con educación vial, y no la hay, no se invierte. En colegios e institutos se le dedica un 0,06% de las horas.