Cuarenta años después de la muerte de Franco, todavía quedan vestigios de la dictadura en los pueblos y ciudades de Aragón, ya sean monumentos o nombres de vías urbanas. La aprobación, a finales del 2007, de la Ley de la Memoria Histórica aceleró la sustitución de rótulos relacionados con aquella época por otros acordes con los nuevos tiempos. Sin embargo, el proceso de renovación ha tenido un seguimiento desigual y el franquismo aún colea en el nomenclátor.

"Ya no quedan estatuas del dictador a caballo", señala gráficamente Patricia Luquin, portavoz de Izquierda Unida (IU) en las Cortes de Aragón, "pero sí pequeños símbolos".

Su partido maneja una lista de 40 localidades de la comunidad donde aún se encuentran paseos dedicados al Generalísimo, como en Ontinar del Salz; lápidas adosadas a las iglesias con el nombre de los caídos por Dios y por la patria, y antiguos bloques de viviendas "de sindicatos" en los que sigue campeando el yugo y las flechas de Falange.

La Asociación para la Recuperación e Investigación contra el Olvido (Arico), por su parte, alarga hasta casi 60 el número de pueblos y ciudades, con Zaragoza en primer lugar, donde todavía existen calles con nombres franquistas. Por ejemplo, el de Agustina Simón, una enfermera carlista fusilada en Belchite, sigue bien visible en el centro de la capital aragonesa, junto a la plaza de Aragón.

Al cementerio

"Nuestra lista no es exhaustiva, nos faltan muchísimos sitios donde aún quedan placas y rótulos con denominaciones de la dictadura y la guerra civil", advierte Miguel Ángel Capapé, responsable de Arico. "Hay lugares, como Muel por ejemplo, donde aún se ven muchas calles con nombres de aquella época", precisa.

Capapé avisa de que el panorama evoluciona con rapidez. Con los cambios registrados en los ayuntamientos, es posible que las nuevas corporaciones se apresuren a modificar los nombres del callejero local o los hayan cambiado ya.

"En los barrios de Zaragoza se encuentran todavía las placas que se solían instalar en las fachadas y portales de los bloques construidos por el régimen franquista", afirma. Aun así, se dan muchas situaciones distintas. "En algunos se han quitado las placas, en otros se han eliminado solo los símbolos de entonces y hay casas donde los vecinos no les dan importancia porque, a fuerza de verlas, no se fijan ya en esas inscripciones", comenta el miembro de Arico.

Luquin considera que, en algunos casos, el problema de la eliminación de los símbolos franquistas se ha resuelto en falso. "Hay pueblos donde las lápidas de las iglesias con los nombres de los caídos de un bando se han trasladado al cementerio", explica. "Y un ayuntamiento no puede ceder terreno municipal para perpetuar símbolos de la guerra civil", subraya.

Así sucedió en Peñaflor, entre otros sitios. "Aquí la lápida se retiró y se trasladó al cementerio por acuerdo de todos los grupos municipales", señala una fuente de la alcaldía de este barrio de Zaragoza.

De ahí que la pasada legislatura, IU presentara en las Cortes una proposición no de ley en la que se pedía al Gobierno que exigiera de oficio a los ayuntamientos el cumplimiento de la Ley de la Memoria Histórica.

Pero no todos los consistorios están dispuestos a dar el sencillo paso de quitar un viejo rótulo para poner otro actual, sin connotaciones guerracivilistas. "Nadie me ha pedido nunca que quite la placa de la calle dedicada a Franco", asegura Esmeraldo Marzo, alcalde de Mainar. "Es parte de la historia de España y debe seguir allí como recordatorio de algo que no tiene que volver a pasar".