El Consejo de Ministros aprobó ayer las obras de emergencia que ejecuta la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) para incrementar la seguridad de los núcleos urbanos de la cuenca del Ebro en Zaragoza ante posibles episodios de inundaciones, por un importe de 6,3 millones de euros.

Estas actuaciones, correspondientes a la Fase II de las obras de emergencia en núcleos urbanos, se desarrollan en el eje medio del río Ebro y, en concreto, en la provincia de Zaragoza, y van destinadas a la reparación de defensas para prevenir avenidas ante el posible incremento de los niveles de los ríos.

En concreto, la Confederación Hidrográfica del Ebro está trabajando en la reparación de las estructuras de defensa ante las inundaciones afectadas por el paso de las avenidas y en la retirada de materiales depositados en los cauces, ha informado el Ministerio de Medio Ambiente en un comunicado.

Además, desde el pasado mes de agosto se están ejecutando las actuaciones contempladas en la primera fase de las obras de emergencia en núcleos urbanos, que se desarrolla en Burgos, La Rioja, Navarra y Aragón.

DECRETO-LEY El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente continúa así desarrollando el real decreto-ley aprobado por el Gobierno el pasado 6 de marzo por el que se adoptaban medidas urgentes para reparar los daños causados por las inundaciones y otros efectos de los temporales de lluvia, nieve y viento acaecidos en los meses de enero, febrero y marzo del 2015.

Las distintas instituciones han decidido dar prioridad a las obras de refuerzo de las orillas ante el peligro de que se puedan producir nuevas inundaciones con cada crecida del Ebro. La reconstrucción de los diques dañados, la creación de otros nuevos y la habilitación de zonas inundables son algunas de las herramientas de que disponen las poblaciones situadas a orillas del Ebro.

Sus representantes políticos reclaman hace años, además, la limpieza del cauce, dado que el continuo depósito de gravas y limo en el fondo reduce considerablemente la capacidad del cauce. La falta de mantenimiento de este, de hecho, ha conducido en las últimas décadas a la aparición de islas que retienen la corriente y favorecen que presione hacia las dos orillas, lo que incrementa el riesgo de inundaciones.

La situación es especialmente grave en una serie de localidades muy próximas al agua, como Novillas, Pradilla de Ebro y Gallur. En la primera de ellas, las crecidas del río afectan incluso a las viviendas, además de causar cuantiosos daños en los campos de su entorno, al igual que sucede en los pueblos de Luceni y Boquiñeni, situados en sus inmediaciones.