El Gobierno de Aragón no está teniendo la sensibilidad social de la que alardeaba. La comunidad no ha recuperado el terreno perdido en la aplicación de la dependencia durante los dolorosos años de Rudi. El Ejecutivo está paralizado o esa es la sensación que se transmite, lo que los ciudadanos sienten y lo que reflejan las estadísticas de la materia. Igual que se pisa el acelerador, aún a riesgo de superar el límite marcado, para bendecir proyectos a años vista, el Gobierno de Lambán debería no ser cicatero con todos los aragoneses que tienen derecho a recibir una ayuda porque los servicios del Gobierno regional así lo han determinado. Y llevan años en el limbo, sacando de donde no tienen y algunos falleciendo en el intento. Se juega con el dinero de los ciudadanos. Y a un gobierno de izquierdas no habría que recordarle estas premisas. En la DGA no se ve ninguna propuesta para solucionar esta cuestión. Ni ninguna reunión de urgencia, ni búsqueda de fórmulas alternativas, ni presión al Gobierno central. Y si las hay, ni se ven, ni resuelven, ni sirven para nada. Mientras se muera gente esperando ayuda, el Gobierno lo estará haciendo mal.