El juez Fernando Grande-Marlaska, responsable del archivo de la causa penal por el accidente del Yak-42, entiende el dolor de las familias, pero sigue creyendo que actuó como debía. «Todas las desgracias crean un gran dolor, hasta cuesta hablar de ellas, porque estamos muy sensibilizados. Pero tú dictas lo que crees razonable, lo que procede, y lo que yo vi no derivaba en responsabilidades penales. Lo cual no quiere decir que no las haya administrativas o de otro tipo».

Así lo exponía ayer, minutos antes de presentar en Zaragoza su biografía Ni pena ni miedo, dentro del ciclo Charlas con valor, con la periodista Maricruz Soriano. Decenas de personas acudieron al acto en el hotel Reino de Aragón, patrocinado por Caixabank y Telefónica.

El presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional afirmó a este diario que tiene «la conciencia muy tranquila» en el caso del accidente que costó la vida a 61 militares, «como en todas las resoluciones que dicto. En este caso, por el dolor personal, me da tranquilidad que todas las instancias superiores hayan ratificado la decisión», explicaba.

El libro que presentó durante la charla comienza y desarrolla su periplo personal como homosexual declarado, algo que centra gran parte de los artículos y entrevistas que se pueden encontrar en internet sobre él. Algo que no parece molestarle. «No creo que sea tan alto porcentaje, pero no me molesta, se asume. En un momento dado (hace 10 años) decidí dar el paso de vivir como sentía. Me pidieron dar un paso en una entrevista para El País, y se multiplicaron las peticiones de colaboración».

La situación social de los homosexuales, admite, ha evolucionado mucho en las últimas décadas, en parte gracias a leyes «pedagógicas, adelantadas a su tiempo», como la del matrimonio igualitario y la de igualdad de género. Aún así, el hecho de que su condición sexual declarada sea motivo de fascinación evidencia que, «desgraciadamente, faltan personas con proyección. Y no hay que engañarse, no todo es el barrio de Chueca de Madrid o Barcelona, hay muchas localidades y centros de trabajo donde no es tan fácil ni tiene tanta aceptación ser homosexual».

Al respecto, y en su condición de juez, no se mostraba proclive al aumento de penas por delitos de odio, como parecen reclamar algunos colectivos. Más bien apostaría porque se cumplan las leyes que hay. «No soy partidario de endurecer las penas, sino de que los hechos sean adecuadamente denunciados y perseguidos. Soy aficionado a mirar las estadísticas y hay más denuncias, lo que no significa que haya más casos, sino que se reduce la cifra negra, se conoce más. Creo que la gente aún no sabe si va a ser bien atendida y recibida, pero he de decir que cada vez hay más cursos de formación y concienciación, tanto en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado como en los juzgados».

Grande-Marlaska también conoce bien el terror de ETA, no solo como vasco, sino como juez amenazado. Se mostró encantado con el quinto aniversario del cese de la violencia, pero rehusó reclamar un protagonismo especial en el proceso, pese a sus sentencias sobre Otegui o Segui. «La derrota de ETA ha sido del Estado de Derecho, de las fuerzas de seguridad, de los jueces y sobre todo de la sociedad». H