Benito Ortiz Perea mide 1,65, es de complexión delgada y tiene 61 años. En el momento en el que se le perdió la pista vestía un jersey negro, pantalones vaqueros y unas deportivas oscuras de la marca Reebok. Una descripción que ayer ofreció la Guardia Civil en un llamamiento a la colaboración ciudadana para intentar localizar a este peligroso e histórico atracador que consiguió fugarse en la pasada medianoche del centro penitenciario de Zuera (Zaragoza). Paralelamente, la Guardia Civil mantiene activado un dispositivo de búsqueda en el que participa un importante número de agentes por tierra (incluso con perros especializados en búsqueda de personas) y también por el aire con el helicóptero del cuerpo. El resto de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado también está al corriente.

La huida, campo a través, se produjo en la madrugada de ayer en la zona de acceso a la macrocárcel. Benito Ortiz Perea regresaba a prisión después de su hospitalización el pasado viernes por un dolor estomacal, según fuentes consultadas por EL PERIÓDICO. Durante los 54 kilómetros que separan el hospital Miguel Servet y la prisión, el preso mantuvo una actitud que no hacía presagiar la fuga de película que finalmente cometió. Fue en el momento en que el vehículo sanitario se encontraba en la puerta de acceso al centro penitenciario y el coche de la Benemérita se retiraba de la escolta que había realizado durante todo el recorrido, cuando Benito Ortiz Perea abrió las puertas de la ambulancia y salió corriendo campo a través. Había conseguido quitarse hasta los grilletes que llevaba.

El hecho de que la Guardia Civil no estuviera custodiando la entrada al recinto perteneciente a Instituciones Penitenciarias se debe a que esas labores de control de accesos están externalizadas a una empresa privada. Estos, según fuentes consultadas, no tienen permiso de actuar fuera de la cárcel y, por tanto, salir detrás del ahora fugado.

FÁCIL ESCONDITE/ Nada más producirse la huida, la Guardia Civil comenzó la búsqueda. Paralelamente, realizaron una comunicación al Juzgado de Guardia para informarle de lo sucedido y para que este emitiera un orden de busca y captura.

Una localización que, por el momento, está siendo infructuosa, especialmente porque el centro penitenciario zaragozano está rodeado de campos de cultivo de cereal, pinares, acequias y varias explotaciones ganaderas.

Benito Ortiz Perea, miembro de uno de los clanes de delincuentes más violentos de Aragón, estaba cumpliendo una pena de 182 días de cárcel por un delito de quebrantamiento de condena. Todavía tenía pendientes de cumplir otros 25 años y 8 meses de cárcel por el secuestro de una mujer en la capital aragonesa en el 2016 y el posterior atraco a una armería en Huesca, en el que resultó herido el propietario del negocio.

Tanto Benito Ortiz Perea como su hermano Pedro fueron detenidos semanas después de estos hechos en Valencia por miembros de la Unidad de Delincuencia Especial y Violenta (UDEV) de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, en colaboración con sus compañeros de la capital del Turia. En el momento del arresto se encontraban en las inmediaciones de una sucursal bancaria que tenían previsto asaltar. El preso fugado era muy tranquilo y estaba adaptado a la vida en el interior de la cárcel, según fuentes penitenciarias.

ESCASEZ DE PERSONAL/ Instituciones Penitenciarias y Guardia Civil abrieron ayer una investigación para aclarar este evidente fallo en la seguridad.

Para el sindicato Acaip estos hechos tienen una única explicación: «la escasez de personal». Fuentes de esta agrupación de trabajadores de centros penitenciarios recordaron que el servicio de control de accesos se hacía anteriormente con agentes de la Guardia Civil, mientras que en la actualidad se lleva a cabo con seguridad privada. Asimismo, lamentaron que para los 1.350 internos en la cárcel de Zuera, actualmente hay 4 sanitarios frente a los 8 de años atrás.