Un refrán, o más bien una frase hecha, ha asociado para siempre el nombre de san Valero con dos conceptos tan dispares como la climatología y el dulce: San Valero, rosconero y ventolero. Y claro que tiene su explicación. La tradición de comer roscones es una costumbre muy antigua, basada en dar al pobre algo para echarse a la boca en un día de fiesta solemne; y el viento- es normal en un enero convencional.

Estas son algunas de las cosas que se cuentan en la revista San Valero, una guía de 68 páginas a todo color que mañana se entregará gratis con el ejemplar del día de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, y en la que se podrá encontrar la historia, la tradición y todo lo relacionado con la fiesta de Zaragoza.

Pero ¿quién fue san Valero? ¿Y por qué fue elegido, entre tanto nombre ilustre, como patrón de la ciudad? Hay que remontarse al siglo IV, al tiempo de la persecución de los cristianos por parte del emperador de Roma, y seguir su peripecia hasta su destierro y muerte muy alejado de la ciudad, en el Pirineo oscense. Y luego no perder la pista de los restos del santo durante la Edad Media, cuando Roda de Isábena era cabeza de la diócesis, y llegar hasta hoy contemplando los suntuosos relicarios que, aseguran, contienen sus restos mortales y que todavía se veneran en la Seo de Zaragoza.

Pero ¿qué sería de un día festivo sin actos excepcionales? Por ejemplo, la posibilidad de que el propio alcalde de la ciudad nos muestre su despacho, o de recorrer las zonas nobles del ayuntamiento. La jornada de puertas abiertas de la casa de todos coincide, además, con la de los museos y salas de exposiciones de la ciudad.

Y para rematar el día festivo de Zaragoza, qué mejor que degustar el dulce típico que, recordemos el principio, está indisolublemente unido al nombre de san Valero: un buen pedazo de roscón. Gratis para miles de ciudadanos, en la plaza del Pilar, organizado por EL PERIÓDICO, como viene haciendo en las últimas décadas. Pero eso se lo contaremos próximamente.