El pequeño pueblo de Bagüés, situado en el límite entre las Cinco Villas y la comarca de Jaca, es la localidad española de menos de 100 habitantes que más residentes ha perdido durante los pasados diez años. De tener 37 vecinos en el 2005, pasó a contar con una población de solo 13 personas en el 2015, lo que supone un descenso del 64%.

Sin embargo, no puede hablarse de que la crisis haya golpeado tan duramente a Bagüés que algunas familias hayan tenido que emigrar en busca de trabajo. Lo que ha pasado ha sido más bien fruto de la burocracia administrativa. "Lo que ha sucedido es que una serie de familias que viven habitualmente fuera del municipio se han empadronado en su lugar de residencia, Zaragoza o Barcelona sobre todo, para no perder el derecho a determinadas ayudas, ventajas y servicios sociales", señaló José Alberto Pérez, alcalde del pueblo.

Bagües, que en verano se acerca al centenar de residentes, tiene un gran tirón entre los que se marcharon hace años de la localidad y sus descendientes. "La gente se daba de alta en el padrón de aquí por razones sentimentales, por amor a su tierra", explicó el regidor.

Eso explica que su censo no reflejara enteramente la realidad demográfica, pues aunque los oriundos regresan en cuanto pueden a Bagüés, lo cierto es que viven y trabajan en otros lugares.

Estos residentes temporales se han ido desempadronando a medida que los ayuntamientos donde residen han modificado las normas para acceder a servicios como la sanidad, la educación, el transporte escolar y las ayudas sociales.

"Para poder beneficiarse de un servicio tienen que demostrar documentalmente que residen en el municipio donde se presta, esa ha sido la causa de la 'despoblación'", afirma Pérez.

Lo malo de este proceso es que el pueblo que cede los habitantes se despuebla más "y pierde o ve disminuidas las ayudas que recibe de las instituciones y que dependen del número de residentes", lamenta el alcalde.

Al mismo tiempo, los servicios que le corresponderían por alcanzar determinado nivel de población también desaparecen, con lo que entra en una espiral negativa.

A eso se une que, en el caso de Bagüés, nunca ha estado muy bien comunicado. La carretera tardó mucho en hacerse y cada día se degrada más por falta de mantenimiento.