La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ha hallado el primer ejemplar vivo de Margaritifera auricularia en el curso del Ebro en La Rioja, en concreto a su paso por Agocillo. Según indicó el organismo de cuenca, este hallazgo es de gran relevancia dado que se trata del ejemplar hallado más al norte de la cuenca y constata que la especie es viable en el cauce principal del río, a pesar de encontrarse en peligro de extinción y sufrir la amenaza de las especies invasoras, como el mejillón cebra y la almeja asiática.

Este hallazgo se ha producido durante los trabajos de caracterización de las poblaciones de náyades (moluscos de agua dulce) en el curso medio del río Ebro.

En el 2014, en el marco de estos mismos estudios y trabajos que se desarrollaron también entre Navarra y Aragón, el organismo ya detectó la primera náyade de esta especie en Navarra.

El ejemplar hallado se localizó junto con varios individuos de las otras tres especies autóctonas del Ebro, dentro de lo que se ha denominado como una población. Según la CHE las buenas condiciones hídricas y sedimentológicas favorecieron el asentamiento de esta población de moluscos propios del río.

La Margaritifera auricularia está incluida en el Catálogo Español de Especies Amenazadas con la categoría de «en peligro de extinción» y cuenta con una estrategia nacional de conservación y planes de recuperación en otras comunidades.

LOCALIZACIÓN

Sus poblaciones son ya de pocos individuos en la cuenca del Ebro, situados sobre todo en el Canal Imperial de Aragón y en el Canal de Tauste (en Aragón y Navarra), mientras que en el río Ebro los ejemplares localizados son muy escasos y de difícil seguimiento.

La CHE destacó que este mes de agosto continuarán sus prospecciones junto a la empresa Paleo y Más, incluso con la participación de buzos. El trabajo, que se ha desarrollado en los veranos de los últimos cinco años, financiado por la confederación, se suma a los dos realizados en Aragón en el 2012 y el 2013, que ya complementaban estudios anteriores. En este ámbito colaboran la CHE y las comunidades autónomas, que son las que tienen la competencia de conservación.