Después de 70 años en una fosa común, los restos de las decenas de personas que fueron asesinadas y enterradas en el cementerio de Magallón durante los años 30 podrán por fin descansar en paz. Sus hijos y, sobre todos, sus nietos, han impulsado los trabajos para recuperar los cuerpos. Después de un par de semanas de trabajo, ayer se podían ver ya los primeros cadáveres. Llegarán muchos más. Según los datos que maneja la Asociación de familiares y amigos asesinados y enterrados en Magallón, podrían ser unos 85 vecinos de la comarca, pero también de Huesca, Navarra y el País Vasco, los que se encuentran aquí.

"Mi padre ha sufrido mucho --explica Olga Alcega, presidenta de la agrupación y nieta de uno de los asesinados--. Hemos estado trayendo flores aquí sin tener una lápida y sin estar completamente seguros de dónde está". Ella, como el resto de familiares, confían en poder encontrar a sus parientes y enterrarlos convenientemente. Para el resto, los que no se sabe a quién pertenecen o que murieron jóvenes y sin descendencia, planean construir un panteón. "Lo que no podemos hacer es dejarlos peor que antes. Así, si aparece alguien que los reclame, podrá llevárselos", añade Alcega, mientras supervisa la evolución de los trabajos.

En la excavación trabaja un equipo de cinco personas, aunque es posible que se incorpore un grupo de voluntarios especializados cuando los trabajos estén más avanzados. De momento, el sábado se van a empezar a tomar las primeras muestras para comenzar los análisis de ADN. Para la exhumación cuentan con una subvención de 60.000 euros, más otros 60.000 para las pruebas de identificación. Esperan que no se repitan imprevistos como el de la semana pasada, cuando los huesos resultaron estar a una profundidad mucho mayor de lo esperado inicialmente. Cada retraso puede suponer un aumento del gasto, y el riesgo de que el proyecto no llegue a culminarse. De momento, están tranquilos. Salvo el incidente inicial, todo está saliendo según lo previsto.

La excavación podría estar concluida en un mes. En principio, porque todo debe hacerse "pasito a pasito", como manifiesta Alcega, que prefiere ser prudente antes de precipitarse a dar plazos. Después de tantos años, no tienen prisa. Solo quieren encontrar y enterrar a sus familiares. "¿Venganza? No. Olvido, tampoco. Y perdonar... No sé a quién, porque nadie nos ha pedido perdón --reflexiona--. Queremos acabar con esto y darles el recuerdo y el nombre que no pudieron tener en su momento".