Unos nuevos restos de la muralla romana de la antigua Caesaraugusta, actual Zaragoza, concretamente de un torreón, han sido hallados en el casco histórico de la capital aragonesa, en los sótanos de varios inmuebles y establecimientos contiguos en el Coso, junto a la Plaza de la Magdalena.

La parte más novedosa del hallazgo se encuentra en el sótano de un establecimiento comercial y comprende un trozo -4,75 metros lineales- del arranque sur de la torre que hacía de soporte a la Puerta de Roma, que posteriormente pasaría a ser la Puerta de Valencia, ya derribada, y que cumplía las funciones de entrada y salida de la ciudad.

Cubre 2,3 metros de altura distribuidos en cuatro hiladas de 0.61, 0.60, 0.48 y 0.6 metros, y otra de la que solo se ve su plano superior enrasado con el suelo del sótano.

Hay también varios sillares que muestran abombamiento en buena parte de la cara expuesta.

Asimismo, en el sótano del antiguo inmueble contiguo, que ahora es el almacén de un bar, se ha confirmado la existencia de la parte interior del hallazgo, que ahora se sabe que comprende una superficie de construcción de 61 metros cuadrados, de la que algunos expertos tenían constancia, pero que estaba sin catalogar.

Este torreón exterior está datado entre la segunda mitad del siglo III y comienzos del IV.

El alcalde de la ciudad, Pedro Santisteve, ha asegurado en declaraciones a los medios que están "muy contentos" por este "gran descubrimiento arqueológico", que supone ir cerrando el círculo del conocimiento de cómo era la Zaragoza romana y su muralla.

El arqueólogo Paco Escudero, estudioso de la Zaragoza romana, ha destacado que los restos están "muy bien conservadas" y que, aunque solo se ha encontrado parte del área inferior de la torre sur, "quizás, si se limpiara, encontraríamos incluso más".

Además, ha recalcado que otros restos de las antiguas murallas, como los que están a la vista de los viandantes junto a la Plaza de San Juan de los Panetes, están ligeramente reconstruidos, mientras que aquí la muralla aparece "intacta", sin haber sufrido alteraciones importantes en los últimos tres siglos, cuando se construyeron los edificios situados sobre los restos.

Se trata, ha explicado, de una torre de puerta, que es un poco más grande que otras, pero que seguirán investigando sobre ella ya que hay pocos documentos e históricamente se sabe poco sobre ella.

El gerente municipal de Urbanismo, Miguel Ángel Abadía, ha señalado que harán lo que les dicten desde los servicios de arqueología, dado que el estado de seguridad de los restos es "muy bueno", por lo que en principio no serán necesarios apuntalamientos ni actuaciones similares.

A través del plan general, estudiarán protección jurídica para este hallazgo, sobre el que los arqueólogos llevan ya meses trabajando, y también deberán buscar la fórmula para hacer este patrimonio accesible al público.

La propietaria del establecimiento donde se ha encontrado la mayor parte del hallazgo, Begoña Bolea, ha asegurado que este patrimonio ha estado siempre visible desde que compró el local, en 2001, y que sigue "tal cual" lo encontró hace 16 años.

Fue a raíz de los estudios arqueológicos cuando descubrieron el origen y la importancia de estos restos, ha explicado.